No todas las adicciones que sufren los seres humanos son producto del uso de drogas recreativas como la cocaína, la marihuana o la heroína. En realidad, las personas pueden volverse dependientes de un fármaco recetado por su médico, de una molécula que produce su propio organismo o de cualquier sustancia que altere su cerebro de tal manera que el individuo —y el cerebro— ya no pueda funcionar sin la sustancia en cuestión.
Estas modificaciones en el cerebro de las personas adictas generan procesos de tolerancia y dependencia a la droga, y ocasionan que los individuos necesiten cada vez más sustancia para lograr el efecto placentero y que sin ella sufran del llamado síndrome de abstinencia.
Este síndrome ocasiona síntomas como ansiedad, temblores, náusea, vómito y diferentes alteraciones físicas que deterioran el bienestar físico y social de la persona. Estos síntomas cesan cuando la persona vuelve a consumir la sustancia a la que está habituado, lo que dificulta que el individuo se rehabilite.
Los fármacos que recetan los médicos para combatir el insomnio o la ansiedad son capaces de generar este síndrome, pero también las hormonas naturalmente producidas por un individuo pueden causarlo, este es el caso de la progesterona que se produce en el embarazo y durante la ovulación en las mujeres.
Lo que sucede con las sustancias que causan adicción es que son reconocidas por receptores químicos que se encuentran en las neuronas. Estas células, al verse sobrecargadas de una sustancia que las altera, “esconden” sus receptores, lo que ocasiona que cuando se deja de consumir la sustancia el sistema nervioso ya no tenga los receptores necesarios para reconocer las moléculas propias que el organismo produce para relajarse o sentir placer, esto hace que el individuo sienta la necesidad de volver a consumir la sustancia que lo hizo sentir bien, explica Eduardo Calixto González, jefe del Departamento de Neurobiología del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz.
En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, Eduardo Calixto habla sobre las sustancias que recetan los médicos o que genera el organismo y pueden hacer que las personas sufran síndromes de abstinencia.
¿Qué tipo de medicamentos recetan los médicos que puedan causar adicción?
Estos fármacos son hipnóticos y ansiolíticos, principalmente, y se recetan cuando queremos disminuir la ansiedad o cuando queremos disminuir la energía que traemos para poder dormirnos.
Los hipnóticos son para las personas que no pueden dormir, que ya son las dos o tres de la mañana y están luchando por dormirse o que se despiertan con cualquier estímulo externo, entonces estamos hablando de insomnio y estas drogas hacen que un individuo se duerma, se relaje.
Los ansiolíticos se recetan por un médico para disminuir la ansiedad cuando es demasiada, cuando la persona incluso tiembla, se le da el medicamento y se tranquiliza. A partir de ese momento piensa “bueno, ya me estoy sintiendo mejor”.
Ambas drogas disminuyen la actividad neuronal, por lo pronto también se pueden utilizar como antiepilépticos.
¿Cuál es el problema entonces?
El problema no es cuando les damos el fármaco sino cuando se los quitamos, porque el paciente sí se empieza a sentir mejor, pero eventualmente el sistema nervioso se empieza a adaptar y pasan tres o cinco meses y el paciente refiere que nuevamente siente la necesidad de tomar el medicamento pero ahora con más frecuencia o en mayor dosis y le dice al médico: “Oiga, sabe qué, antes me podía dormir con una pastilla y ahora ya no me puedo dormir con solo una pastilla, si me la dejo de tomar es horrendo no puedo dormir para nada”.
Entonces lo que hace la mayoría de los médicos es dar una pastilla y media o una pastilla y cuartito, y así se le va aumentando la dosis. Este proceso de adaptación y tolerancia lo llevamos prácticamente para las drogas depresoras, que serían el alcohol, las benzodiacepinas, los barbitúricos y algunas otras hormonas que se producen de manera natural en el cerebro.
¿Cómo es que una hormona, que el cuerpo produce naturalmente, puede causar el síndrome de abstinencia?
Es muy interesante, hay una hormona que se llama progesterona, una hormona maravillosa, que hace a la mujer sentirse tranquila, afianza el cariño por las demás personas, por ejemplo, es una de las que mantiene la conducta materna. Esta hormona se produce cuando se da la ovulación, pero eventualmente, cuando llega la menstruación, este proceso se termina, viene una disminución abrupta de los niveles de progesterona y aumenta la actividad de receptor GABA.
¿Qué le sucede a la mujer cuando deja de producir progesterona?
La mujer es más vulnerable, se vuelve más chillona, lo digo con todo respeto y cuidado, no es ningún mensaje misógino. Al mismo tiempo, la mujer es más proclive a tener mayor actividad del sistema nervioso, entonces genera un síndrome de abstinencia a la progesterona y, en consecuencia, se da el síndrome premenstrual.
Esta situación hoy la reconocemos como el mismo mecanismo de consumir en gran cantidad una droga y luego interrumpirla súbitamente, lo que genera síndromes de abstinencia. Por eso la mujer se tranquiliza ya sea tomando un medicamento o poco a poco se regulariza después del tercer o cuarto día.
¿Existen otras situaciones donde se presente este síndrome de abstinencia por progesterona?
Este fenómeno también lo observamos en otra situación que nos interesa mucho a los neurobiólogos, que es durante el embarazo, donde durante nueve meses una mujer se encuentra con la progesterona alta, nivel que se interrumpe al noveno mes.
Por eso, cuando nace el bebé le dicen a la madre: “Aquí está tu bebé, nació, ¡qué felicidad!”. Pero la mujer refiere sentirse muy triste, esto se llama síndrome de depresión posparto, y ya está identificado como un proceso de aumento muy fuerte de la progesterona que se interrumpe al noveno mes.
¿Se sabe qué tan grave es el síndrome de abstinencia en estas drogas que tienen prescripción médica?
Lo que sí sabemos es que las drogas más adictivas generan síndromes de abstinencia más potentes y a menores dosis, por ejemplo, el que es adicto a la cocaína desde la primera exposición genera tolerancia y dependencia. Por eso el riesgo.
El alcohol lo va haciendo gradualmente y nos damos cuenta de que el proceso es paulatino aunque sí es inductor. Comparando, por ejemplo, con la nicotina, esta no tiene un proceso tan fuerte, es un proceso, si bien biológico, más fuertemente psicológico. Entonces el cigarro sí genera la famosa tolerancia farmacológica pero es más una dependencia psicológica.
Hoy sabemos que también los ansiolíticos generan este proceso de dependencia y tolerancia, pero no todos de la misma manera, por ejemplo, hay benzodiacepinas muy potentes como el diazepam, que también genera muy rápido el síndrome de abstinencia. Pero hay otros como el clonazepam cuya vida media es corta y también genera síndromes de abstinencia, pero a un plazo mucho mayor.
Por Amapola Nava
Vía Agencia Informativa Conacyt