Sabemos que al ser humano no le gusta la crítica, ni la crítica disfrazada a la que llaman crítica constructiva, sin embargo, a veces es necesaria, para poder ver perspectivas desde un ángulo diferente, y así poder mejorar. Pero cuando eres servidor público, estás expuesto a la opinión pública, y, por ende, la crítica será algo que te acompañará todo el tiempo. La persona que pretenda buscar un cargo público deber ser muy consciente de eso. Aunque nunca faltan los despistados que creen que, al llegar al poder, se volverán intocables.
Y hablando de personas en el poder, pareciera que al presidente López Obrador se le olvido una de sus principales promesas de 2018, la promesa de gobernar para todos. Durante estos 3 años, hemos visto a un presidente ajeno a las necesidades del pueblo, con una actitud prepotente y totalmente desinteresado en los problemas del país.
Hemos visto protestas, reclamos y señalamientos de padres y madres que exigen medicamentos para sus niños con cáncer, de padres que reclaman que sus hijos sean vacunados contra el Covid-19, personas que le reclaman al gobierno federal falta de apoyos ante los desastres naturales, madres y padres desesperados por sus hijos desaparecidos, y ante todo esto, vemos una negativa de López Obrador. Es inadmisible que el presidente de un país niegue los problemas, y peor aún, que a los ciudadanos que tienen denuncias o reclamos, el presidente los desconozca.
Pareciera que López Obrador únicamente tiene tiempo para aquellos que se arrodillan ante él y para aquellos que lo adulen. Un presidente debe servirles a todas y a todos los mexicanos, no solo a unos cuantos. Un claro ejemplo de que el gobierno mexicano no gobierna para todos, es cuando el presidente y su equipo de salud negaron por dos años el desabasto de medicamentos oncológicos, decían que era una infamia, que era un complot internacional, y hasta llegaron a decir que, quienes hacían estos reclamos, eran “autodenominados padres de familia”. Esa era la indolencia con la que el gobierno rechazaba a los padres de familia. Pero hace unos días, el presidente López Obrador reconoció que sí había desabasto, que sí tenían razón los padres de familia y reconoció que estuvieron mintiendo durante todo este tiempo. Yo me pregunto, ¿había necesidad de llegar a este punto? ¿había necesidad de destruir el mecanismo de compra y distribución de medicamentos? ¿por qué nos engañaron durante tanto tiempo? En fin, tal vez nunca lo sabremos, de lo que si estamos seguros, es de que el agua les llegó al cuello, y no pudieron ocultar más tiempo la verdad.
A esto me refiero cuando digo que al presidente se le olvido su promesa de gobernar para todos, porqué durante 2 años ofendió, desconoció e ignoró el tema del desabasto de medicamentos, y así como ocurrió en este tema, así ha venido ocurriendo con los distintos problemas del país. El inquilino de Palacio vive ajeno a la realidad, creyendo que, con discursos motivacionales, van a mejorar las distintas crisis por las que pasa nuestro país, como la de seguridad, salud, economía o la de medio ambiente. La realidad nadie la puede esconder, porqué la realidad está en las calles y en los hogares de las familias mexicanas. Pretender ocultar la realidad es perverso, y más si viene del gobierno. Basta de mentiras, de verdades a medias y de discursos bonitos, urgen resultados, y necesitamos que los servidores públicos se olviden por un momento de su imagen, y empiecen a preocuparse y a ocuparse del bienestar social.