Jesús Roldán Acosta.
Al hacer uso indiscriminado de la aplicación del ChatGpt y como parte del mundo de la Inteligencia Artificial (IA), se generan respuestas múltiples de documentos, luego entonces, surgen “nuevos conocimientos” y traen consigo una serie de riesgos, en caso de que esa información sea cierta o falsa.
Con el apoyo de las aplicaciones se basan en rastros, potencialmente interesantes para hacer cosas novedosas.
Nos encontramos perplejos ante el rápido avance de la IA.
Ante esa vorágine de resultados en muchos campos del conocimiento convendría legislar y o regular en ese sentido. Sustentados en el tema del “Cibersecurity”.
Por otra parte, nos encontramos que ese proceso podría impulsar la productividad de las instituciones educativas y de la investigación. Sin embargo, ante ello, habremos de preparar rápidamente a la comunidad estudiantil, a docentes y a los mismos investigadores, en cuanto al apartado de la Ética en el uso y no abuso de esa tecnología.
Lo antes descrito podría reducir la cantidad importante de “plagios” en instituciones educativas. A la hora de que leemos este artículo se están generando nuevos conocimientos de investigación que no se acompañan de un Marco Teórico Metodológico comúnmente aceptado.
La IA no se basa en investigación de primera mano, sino en la acumulación de todos aquellos documentos o textos ya publicados con antelación y están siendo plagiados para “crear” un nuevo discurso.
Aunque los detractores pretendan señalar que la “nueva” exposición de conocimientos que el plagiante plantea, a través del uso y abuso indiscriminado de la IA se apoye en esos supuestos conocimientos nuevos.
Nos encontramos ante un mundo nuevo, que llega a intimidar y alarmar.
La ética en la IA.
La adopción y desarrollo de herramientas tecnológicas, como la IA, si bien pueden contribuir al enriquecimiento de la educación, también las mismas Instituciones de Educación Superior deberían capacitar de inmediato al personal docente y alumnado en el uso de dichos recursos y apoyos didácticos.
Observando el so adecuado para la enseñanza, aprendizaje y de la investigación.
Por supuesto que lo antes mencionado tendrá que ir de la mano con la obligatoriedad por parte de la comunidad académica, respetando el marco de referencia en cuanto al responsable y claro uso de esa tecnología.
Eso sería mediante la adopción de un Reglamento Académico, que obligue, entre otros aspectos, al respeto del uso ético de la IA.
De esa forma, podrían reducirse en cierta medida la cantidad de plagios de obras: ensayos, artículos, tesis, tesinas.
El abuso en el indiscriminado uso, puede incidir en potenciales efectos negativos.
Adicionalmente, la generalizada práctica de los jóvenes, en tanto que por su inexperiencia profesional se podrían acostumbrar a no hacer esfuerzos intelectuales, al no tener necesidad de escudriñar, pensar, analizar y a la carencia de criterio para discernir.
No debemos fomentar la cultura del plagio.
