Las tormentas en Querétaro: lo que vi y lo que no vi

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Las tormentas en Querétaro: lo que vi y lo que no vi
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El pasado fin de semana, Querétaro sufrió uno de los fenómenos naturales más severos de los últimos años: más de ocho horas de tormentas que dejaron miles de personas damnificadas, drenes desbordados, casas inundadas, calles destruidas, vehículos varados y, lamentablemente, la pérdida de dos vidas.

Quienes me siguen saben cuánto amo a mi ciudad y a mi estado; me gusta presumir sus lugares maravillosos y compartir todo lo bueno que aquí sucede. Pero lo que vivimos en estos días me recordó la razón más profunda de ese amor: no son solo los paisajes, los templos o la historia… es su gente.

Vi a hombres y mujeres enfrentando la adversidad con entereza; a padres, madres, abuelos, jóvenes y niños trabajando juntos. Vi a servidores públicos del estado y de los municipios atendiendo casa por casa. Vi a soldados, policías, bomberos, maestros, estudiantes (de los que sí estudian), médicos, comerciantes, deportistas, bikers, grupos parroquiales, cristianos y voluntarios con palas, costales y trapeadores. Vi manos amigas dispuestas a ayudar sin descanso.

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Vi a la sociedad civil y al gobierno organizándose como pocas veces, empapándose y metiéndose en el lodo desde el primer momento. Vi centros de acopio llenos y a cientos de ciudadanos solidarios llevando víveres y preguntando cómo podían servir.

Desgraciadamente, también vi lo que nunca debería existir en una tragedia: políticos intentando lucrar con el dolor ajeno y sembradores de odio en redes sociales, dedicados más a dividir que a ayudar.

Y lo que no vi:

No vi a esos grupos que son los primeros en tomar las calles cuando buscan beneficios para sí mismos. No vi a quienes encabezan marchas de presión, los que acarrean e invaden, ni a los que bloquean avenidas sin importar a cuántos afecten. No vi a los ambientalistas de café y celular en mano, no vi a los que les duele mucho el sufrimiento de todos los seres, menos el de los seres humanos. No vi a los colectivos que suelen ser exhibicionistas, estridentes y hasta violentos, que vandalizan lo público y lo privado en sus protestas —incluidos algunos feministas y de la comunidad LGBT—, pero que en esta emergencia no se hicieron presentes para apoyar a quienes más lo necesitaban. No vi tampoco a los que se oponen a todo, critican todo, pero nunca proponen ni ayudan en nada.

La solidaridad se demuestra en los hechos, no solo en los discursos; la empatía debería ser con todos, no solo entre sí mismos. En esta ocasión, su ausencia fue evidente.

Lo que sí vimos fue la grandeza de nuestra gente. Estos días me hicieron sentir profundamente orgulloso de ser queretano. Una vez más demostramos que no hay reto que no podamos superar, que si caemos nos levantamos de inmediato, más fuertes y unidos.

Querétaro es hoy lo mejor de México porque lo construimos entre todos los que hemos decidido hacer de esta tierra nuestro hogar y el futuro de nuestras familias.

Hoy comenzamos una nueva semana, construyendo y reconstruyendo, siempre con la frente en alto y mirando hacia adelante. Dios bendiga a Querétaro.

Resumen
Las tormentas en Querétaro: lo que vi y lo que no vi
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Las tormentas en Querétaro: lo que vi y lo que no vi
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La solidaridad se demuestra en los hechos, no solo en los discursos; la empatía debería ser con todos, no solo entre sí mismos.
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