En el universo de los videojuegos, pocas plataformas han alcanzado el impacto social y cultural de Roblox, una aplicación que combina entretenimiento, creatividad y socialización. Creada en 2006 por Roblox Corporation, su ascenso se disparó durante la pandemia y hoy reúne a más de 70 millones de usuarios activos diarios, la mayoría menores de edad.
Pero, ¿qué es exactamente Roblox? A diferencia de otros videojuegos tradicionales, no se trata de un solo juego, sino de un ecosistema de experiencias interactivas creadas por los propios usuarios. Cualquiera puede diseñar su propio mundo virtual mediante Roblox Studio, una herramienta de desarrollo intuitiva que enseña de forma práctica principios básicos de programación, diseño y lógica.
Los jugadores pueden crear aventuras, simuladores, parques temáticos o minijuegos, compartirlos con otros usuarios y ganar la moneda virtual de la plataforma, los Robux, que luego se usan para adquirir objetos, accesorios o privilegios dentro del juego. En esencia, Roblox funciona como una combinación de red social y plataforma creativa, donde los niños no solo juegan, sino también crean y se relacionan.
Sin embargo, ese mismo carácter abierto y participativo que hace de Roblox un espacio tan atractivo también implica riesgos importantes cuando no hay una guía adulta presente.
Ventajas: creatividad, aprendizaje y socialización positiva
Roblox tiene un enorme potencial educativo y creativo. Expertos en pedagogía digital lo destacan como una herramienta capaz de desarrollar pensamiento lógico, resolución de problemas y trabajo en equipo.
- Creatividad y aprendizaje: a través de Roblox Studio, los niños aprenden principios básicos de codificación y diseño digital mientras crean sus propios mundos. Es un entorno ideal para fomentar la imaginación y el pensamiento innovador.
- Trabajo colaborativo: muchas experiencias requieren cooperación, lo que estimula la comunicación, la empatía y el sentido de comunidad digital.
- Motivación y sentido de logro: los desafíos, logros y recompensas fortalecen la perseverancia y la autoconfianza de los pequeños jugadores.
Sin embargo, la otra cara de la moneda es menos alentadora: sin acompañamiento adulto, el entorno puede convertirse en un espacio donde los niños se exponen a contenido inadecuado o dinámicas que sobrepasan su madurez emocional.
Riesgos: cuando la diversión se transforma en vulnerabilidad
Roblox cuenta con filtros automáticos, moderadores y políticas de seguridad, pero la magnitud del contenido generado por usuarios —millones de experiencias nuevas cada mes— hace casi imposible un control total.
- Contenido inapropiado: aunque Roblox prohíbe expresamente material violento, sexual o perturbador, los moderadores no siempre logran detectarlo a tiempo. Algunos juegos creados por usuarios pueden contener escenas no aptas para menores, lenguaje ofensivo o temáticas de terror.
- Interacción con desconocidos: Roblox permite el chat en tiempo real entre jugadores. Esto facilita el contacto con desconocidos, lo que puede derivar en casos de acoso, manipulación o grooming si no se establecen límites de comunicación.
- Compras y gastos no controlados: la moneda virtual Robux se compra con dinero real. Sin una supervisión adecuada, los niños pueden realizar compras impulsivas o ser víctimas de estafas dentro del propio entorno del juego.
- Tiempo excesivo de pantalla: el dinamismo de Roblox, su constante flujo de novedades y recompensas digitales pueden generar una relación adictiva, en la que el niño siente la necesidad de “seguir conectado” para no quedarse atrás.
En definitiva, Roblox no es peligroso por sí mismo, pero sí puede convertirse en un espacio riesgoso cuando no hay acompañamiento, límites o controles.
Por qué Roblox puede volverse adictivo
La adicción a los videojuegos no es nueva, pero Roblox posee ciertos elementos que la potencian en la infancia. Los psicólogos explican que la plataforma está diseñada con mecánicas de recompensa inmediata, similares a las de las redes sociales.
Cada logro, nueva prenda o victoria genera una descarga de dopamina en el cerebro, el neurotransmisor del placer y la motivación. El niño siente satisfacción al jugar, lo que lo impulsa a volver una y otra vez.
Además, Roblox fomenta la identidad digital: el jugador invierte tiempo y esfuerzo en personalizar su avatar, ganar objetos raros o destacarse entre sus amigos. Ese sentido de pertenencia virtual puede convertirse en una necesidad constante de validación.
El componente social también influye. Muchos niños juegan porque “todos sus amigos lo hacen” y temen quedarse fuera del grupo. Este fenómeno, conocido como FOMO (Fear of Missing Out), puede intensificar la compulsión a conectarse.
Cuando a esto se suman largas horas de pantalla, falta de descanso y poca interacción real, el riesgo de dependencia aumenta.
Delitos digitales: grooming, sexting y otros riesgos encubiertos en Roblox
Uno de los peligros más graves que se ha documentado en Roblox es el grooming digital, una práctica en la que adultos se hacen pasar por niños o adolescentes para ganarse la confianza de los menores con fines de abuso sexual o manipulación. A través de los chats del juego o de servidores privados, los agresores pueden iniciar conversaciones aparentemente inofensivas que, con el tiempo, derivan en solicitudes de fotos, datos personales o incluso invitaciones a trasladar la comunicación a otras plataformas. Los especialistas en ciberseguridad alertan que estos casos suelen pasar desapercibidos porque los niños no siempre reconocen las señales de riesgo ni se atreven a contarlo a sus padres.
Asimismo, se han registrado situaciones relacionadas con el sexting infantil, es decir, el intercambio de imágenes o mensajes de contenido sexual, muchas veces inducido o forzado por otros usuarios. Aunque Roblox prohíbe de forma tajante este tipo de conductas y cuenta con filtros automáticos, el volumen de interacciones hace difícil una detección inmediata. También se han detectado casos de ciberacoso, chantajes emocionales y suplantación de identidad, en los que los menores son presionados o humillados por otros jugadores. Estos delitos no solo dejan secuelas psicológicas, sino que también pueden tener consecuencias legales graves. Por eso, los expertos recomiendan mantener siempre una comunicación abierta y sin juicios con los hijos, enseñarles a no compartir imágenes, contraseñas ni información personal, y reforzar la idea de que, ante cualquier mensaje incómodo o sospechoso, deben avisar de inmediato a un adulto de confianza.
El papel de los padres: presencia, diálogo y límites claros
La herramienta más poderosa para proteger a los niños no es un software, sino la presencia activa de los padres.
Los expertos recomiendan acompañar a los hijos en sus primeros pasos dentro de Roblox: conocer qué juegos eligen, con quién interactúan y qué los atrae del entorno digital.
Un buen punto de partida es hablar abiertamente sobre los riesgos y enseñarles a reconocer situaciones de peligro, como mensajes de desconocidos, solicitudes de información personal o juegos con contenido inapropiado.
Establecer rutinas saludables también es esencial:
- fijar horarios específicos para jugar
- priorizar las tareas escolares
- mantener tiempos libres de pantallas, especialmente antes de dormir
Si el niño muestra signos de irritabilidad al dejar el juego, oculta su tiempo de conexión o pierde interés por otras actividades, puede estar desarrollando un uso problemático.
En esos casos, se recomienda ajustar límites, conversar y, si es necesario, buscar orientación profesional.
Controles parentales: guía práctica para proteger a tus hijos
Roblox ofrece herramientas específicas para ayudar a los padres a gestionar la experiencia de juego. Configurarlas correctamente puede marcar la diferencia entre un uso seguro y uno riesgoso.
1. Verificación y cuenta vinculada
Crea tu propia cuenta de Roblox como adulto y vincúlala a la del niño. Esto permite recibir notificaciones, revisar actividad y modificar ajustes de seguridad.
2. Restricciones de contenido
En el apartado Parental Controls, activa los filtros de Content Restrictions para limitar los juegos según su nivel de madurez. Para menores de 13 años, se recomienda la configuración Minimal.
3. Comunicación y privacidad
Define quién puede chatear o enviar mensajes al niño. Puedes establecer que solo se comuniquen con amigos aprobados o desactivar el chat por completo.
4. Límite de gastos
En “Spending restrictions”, fija un monto máximo de Robux que se pueden gastar. Evita vincular una tarjeta de crédito directamente a la cuenta infantil.
5. Tiempo de pantalla
Usa la opción de “Screen time” para fijar un límite diario de juego. Cuando se alcanza el tiempo máximo, el sistema bloquea el acceso hasta el día siguiente.
6. PIN y verificación
Activa un PIN parental para evitar que el niño modifique las configuraciones sin permiso. Añade también la verificación en dos pasos para proteger la cuenta de hackeos.
7. Supervisión constante
Revisa periódicamente las “Experiences” que el niño frecuenta, su lista de amigos y las conversaciones recientes. Si detectas usuarios sospechosos, bloquea o reporta la cuenta.
Estas herramientas no sustituyen la educación digital, pero funcionan como un complemento eficaz del acompañamiento familiar.
Un equilibrio posible: juego, aprendizaje y bienestar digital
Roblox puede ser mucho más que un simple videojuego: es un laboratorio de creatividad y un espacio de aprendizaje compartido. Pero, como toda herramienta digital, requiere criterio, límites y orientación adulta.
Los padres deben asumir un rol activo: observar, preguntar, jugar junto a sus hijos y, sobre todo, educarlos en el uso responsable de la tecnología.
La clave está en no demonizar la plataforma, sino convertirla en una oportunidad educativa: enseñarles a gestionar el tiempo, proteger su privacidad y tomar decisiones seguras en línea.
Roblox es un reflejo del nuevo paradigma de la infancia digital: mundos abiertos, infinitas posibilidades y una conexión constante. Pero también, una puerta de entrada a desafíos inéditos para las familias.
Proteger a los niños no significa aislarlos, sino acompañarlos mientras aprenden a navegar con responsabilidad. Configurar los controles parentales, establecer límites y conversar sobre lo que ven y sienten en línea es parte de ese proceso.
La seguridad digital no comienza en una pantalla, sino en la conversación entre padres e hijos.








