El 22 de julio se conmemora el Día Mundial del Cerebro, una fecha impulsada para concientizar sobre la importancia de cuidar este órgano esencial. Como centro de control de emociones, movimientos, memoria e inteligencia, su estado impacta directamente en la calidad de vida de las personas.
La neuróloga Amna Ramzan, del Hospital Houston Methodist, explicó: “Hay dos aspectos clave para la salud cerebral: la salud mental y conductual, y la salud neurocognitiva”. Ambos componentes influyen en el pensamiento, las emociones y la capacidad para realizar actividades cotidianas como alimentarse o socializar.
Diversas acciones cotidianas pueden beneficiar o perjudicar al cerebro y una de las más relevantes es la alimentación. “Estudios han demostrado que las personas que adoptaron la dieta mediterránea tienen menos probabilidades de padecer Alzheimer“, señaló Ramzan. Esta dieta incluye verduras, frutas, cereales integrales, pescado, aceite de oliva y aguacate.
Por el contrario, los alimentos ultraprocesados con azúcares añadidos, harinas refinadas y grasas trans generan efectos adversos. Según el centro médico, estos productos forman subproductos que afectan vasos sanguíneos y estructuras cerebrales clave. En cambio, los alimentos de origen vegetal y las grasas saludables pueden fortalecer la función cognitiva con el paso del tiempo.
El ejercicio físico también representa un aliado esencial para la función cognitiva. Estudios recientes vinculan la actividad regular con menor riesgo de deterioro neurológico y enfermedades como el Alzheimer. Se recomienda realizar entre 30 y 60 minutos de actividad aeróbica varias veces por semana. Además, mantenerse activo por fuera del horario de entrenamiento contribuye al bienestar cerebral.
“El ejercicio mental es tan importante como el físico”, añadió Ramzan. Actividades como leer, aprender idiomas, jugar o meditar estimulan la memoria, la atención y las habilidades sociales, lo cual promueve la agilidad cerebral. Estas prácticas diarias también pueden fomentar una mayor capacidad de adaptación frente a cambios o situaciones de estrés.
El descanso nocturno adecuado es otro pilar clave para el cerebro. Dormir entre seis y ocho horas permite consolidar recuerdos, mantener la concentración y tomar decisiones de manera más eficiente. La falta de sueño afecta funciones mentales básicas y eleva el estrés.
Finalmente, el entorno también incide en el estado del cerebro. Las relaciones sociales saludables y la interacción frecuente con otras personas reducen síntomas como la ansiedad y la depresión. Estos factores están directamente asociados con el deterioro cognitivo y la pérdida de memoria.
“Implementar estos pilares de hábitos saludables es bueno para el desarrollo cerebral y también puede reducir el riesgo de padecer muchas otras afecciones de salud”, concluyó la especialista.
NotiPress/Martín Olivera
