Qué saber sobre la influenza

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Durante la temporada invernal, una de las enfermedades que más atención demanda es la influenza estacional, ya que se trata de un padecimiento respiratorio provocado por los virus de la influenza que se transmite con facilidad de una persona a otra y, por lo tanto, su propagación es rápida.

En ocasiones, debido a que comparten muchos de los síntomas, la influenza suele confundirse con un resfriado común; sin embargo, en comparación con este último, la influenza puede presentar complicaciones graves e incluso la muerte.

Aunque desde el siglo XV en Italia comenzó a utilizarse por primera vez el término influenza para describir este padecimiento infeccioso y atribuirlo a la influencia de las estrellas, de acuerdo con Selene Zárate Guerra, doctora en ciencias bioquímicas e integrante de la Red Mexicana de Virología, que apoya el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), los registros históricos más confiables sobre la influenza datan del siglo XVII, época en la que se describen los primeros cuadros clínicos.

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“Antes de que se supiera qué es lo que provocaba las enfermedades, antes del conocimiento de las bacterias o virus, se pensaba que las estrellas influían en el estado de salud de los seres humanos. Justamente de esta influencia viene el término de influenza”, explica Selene Zárate.

Aunque en la historia del ser humano se presentaron diversos brotes infecciosos, aun sin el conocimiento del agente causal de esta enfermedad, no fue hasta después de la gran pandemia de 1918, mejor conocida como “gripe española” —considerada por los especialistas como la más letal de la historia, pues provocó un número mayor de muertos que la Primera Guerra Mundial—, que se realizaron los primeros ensayos científicos para determinar su origen.

“Para esa época, hacía poco que se habían descrito los virus y todavía no era muy claro cuál era el agente infeccioso, aunque se pensaba que podría ser la bacteria Haemophilus influenzae, pero en los años treinta se determina que el agente causal de esa gran pandemia fue el virus de la influenza. Se hicieron los primeros aislamientos del virus en pollos y fue como se obtuvo la evidencia de que estos cuadros graves eran causados por el virus de la influenza”, comenta.

La vigilancia de esta enfermedad comenzó en 1947, año en el que se estableció la Red Mundial de Vigilancia Epidemiológica, integrada por 96 países, esto de acuerdo con el artículo “Perfil epidemiológico de la mortalidad por influenza humana A (H1N1) en México”, de la revista Salud Pública de México.

Tipos de virus de la influenza

En la actualidad y aun con los avances científicos, el virus de la influenza no se puede erradicar —como sí sucedió con la viruela, por ejemplo—, esto de debe a que se trata de un virus que tiene mutaciones genéticas constantes que pueden producir una nueva cepa.

Selene Zárate Guerra, profesora investigadora del Centro de Ciencias Genómicas de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), explicó que si dos virus de influenza se encuentran en un mismo huésped: procedentes de un humano y de una ave, por ejemplo, se produce una nueva cepa viral. Las infecciones virales que se dan entre más de una especie animal hacen posible que el virus sufra cambios drásticos y con ello se vuelve virulento.

“El virus de la influenza es muy particular en su evolución, por un lado, adquiere un gran número de cambios en sus proteínas, eso hace que de un año a otro, aunque hayamos estado expuestos a estos virus, los anticuerpos que generamos en nuestro cuerpo contra el virus, los virus han cambiado lo suficiente para que nuestras defensas ya no los reconozcan”, explica.

Aunque existen cuatro tipos de virus de influenza A, B , C y D, el primero de ellos es el que genera un mayor número de casos graves y del cual existen varios subtipos: H1N1 y H3N2, principalmente.

“Existen muchos subtipos de influenza A. Podemos encontrarlos en aves, cerdos y humanos. Esto hace posible que a veces un virus que normalmente esté en aves pueda ser capaz de infectar humanos y transmitirse eficientemente de una persona a otra, de hecho esta es la hipótesis de cómo se originó la pandemia de 1918: un virus que normalmente circulaba en aves, con el que la población humana nunca había tenido contacto y, por lo tanto, nadie tenía defensas contra ese virus”, dice.

La especialista en dinámica de poblaciones virales y virus emergentes señaló que aunque por lo general en México se han reportado más casos de influenza H1N1, aún existen casos del tipo H3N2. “Podemos verlo en las estadísticas, circulan los dos subtipos y esta variabilidad es un potencial para que se presenten nuevos virus que puedan causar cuadros más graves”, detalla la investigadora.

Ante este contexto, el desarrollo de vacunas y antivirales hace posible el control de la infección viral y con ello prevenir epidemias. Las vacunas contra el virus de la influenza requieren de un periodo de desarrollo y producción de corto tiempo, debido a que deben estar listas para la siguiente temporada invernal.

Para ello, explica la doctora Selene Zárate existe un comité científico que, con base en los virus que circularon en el ultimo año, decide cuál podría ser la mejor vacuna para la próxima temporada.

“Una vez que se obtienen las secuencias de los virus circulantes, la vacuna debe entrar a producción masiva porque necesitamos que en octubre estén las dosis para el siguiente año”.

Existen diferentes formas de producir la vacuna contra la influenza estacional, por lo general, describe, estas contienen un virus de la influenza B y dos del tipo A: H1N1 y H3N2. La cepa específica del virus se decide en función de aquellos que circularon un año anterior, y así determinar las modificaciones que las nuevas vacunas deberán tener.

La producción más clásica de vacunas contra la influenza es a base de huevo; el virus crece en embriones de pollo. “Se toman solo las proteínas que están en la parte más externa del virus, que son las que ayudan a nuestra respuesta inmune a reconocer la infección. Estas proteínas son las que se ponen en la vacuna”, señala.

En palabras de la especialista, las personas alérgicas al huevo requieren otro tipo de vacunas, y aunque se han realizado esfuerzos por desarrollar tecnología a través de otros métodos, el tiempo que requiere su reproducción ha limitado esta tarea.

“Recientemente se han introducido vacunas inhaladas a base de virus atenuados, virus de influenza que no tienen la capacidad completa de causar la enfermedad; sin embargo, no son tan recomendadas porque no está muy demostrado que brinden una protección completa. Las vacunas le enseñan al sistema inmune lo que no es suyo, y este genera células de memoria para cuando el cuerpo se enfrente al virus o patógeno y controle la infección de forma eficiente”, agrega.

La doctora en ciencias bioquímicas aclara que el efecto de la vacuna se da dos semanas o hasta un mes después de la aplicación, si en este lapso la persona llega a enfermarse, presentará una infección de menor duración y gravedad.

Por último, Selene Zárate recomienda la aplicación anual de la vacuna, pues se trata de la primera línea de defensa contra el virus de la influenza estacional.

“La idea es estar siempre alerta, aunque puede ser simplemente porque en estos tiempos de cambios climáticos, cuando hace frío o calor, se está desplazando y mantener las medidas de prevención. La vacuna es nuestra primera línea de defensa, pero hay otras formas como son el lavado de manos”, concluye.

Por Carmen Báez
Vía: Agencia Informativa Conacyt

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