Una de las historias más misteriosas de La Cañada se refiere a la antigua campana de la Parroquia de San Pedro Apóstol. Según los relatos, en las noches de tormenta —cuando el viento sopla con fuerza y la lluvia golpea los techos— la campana comienza a repicar sola, sin que nadie la toque.
Los vecinos aseguran que el sonido tiene un tono profundo y prolongado que atraviesa toda la comunidad, causando una mezcla de temor y respeto. Algunos creen que es un aviso de que algo importante está por suceder, mientras otros piensan que es el alma de algún antiguo párroco que vela por el barrio.
Con el tiempo, la campana se ha convertido en un símbolo de misterio y devoción, y aunque hoy está equipada con mecanismos modernos para evitar repiques accidentales, la leyenda sigue viva entre quienes prefieren dejar la noche para el descanso y no para escuchar sus ecos.
