En la tercera temporada de Narcos, los carteles de cocaína se tratan de sucesión: aquel día en que Pablo cayó, el Cartel de Cali se convirtió en el enemigo público número uno. Ellos se hacen llamar Los Caballeros de Cali, los más grandes señores de la droga que probablemente hayas escuchado.
Ahora que la sangrienta cacería de Pablo Escobar ha terminado, la DEA centra su atención en la organización de tráfico de drogas más rica del mundo: el Cártel de Cali. Dirigido por cuatro poderosos padrinos, este cártel opera de forma muy diferente al de Pablo Escobar, pues prefiere sobornar a oficiales gubernamentales y mantener sus acciones violentas fuera de los titulares.
Conoce a los Reyes:
- Gilberto Rodríguez Orejuela (Damián Alcázar) – líder del Cártel de Cali, “Jefe de jefes”
- Miguel Rodríguez Orejuela (Francisco Denis) – el cerebro detrás del crecimiento del Cártel de Cali y hermano de Gilberto
- Pacho Herrera (Alberto Ammann) – un matón de bajo perfil, dirige la conexión mexicana y la distribución internacional
- Chepe Santacruz Londono (Pepe Rapazote) – Dirige el satélite de NYC, imperio de la red colombiana de drogas
Así como Gilberto anuncia un plan audaz para alejarse del negocio, el agente de la DEA Javier Peña (Pedro Pascal), reclama la ayuda de las fuerzas de seguridad estadounidenses y colombianas para derribarlo. Esta temporada abre un mundo complejo y despiadado de nuevas figuras.
Otros personajes nuevos incluyen:
- Jorge Salcedo (Matias Varela) – Jefe de seguridad de Cali quien prioriza la protección de su esposa e hijos sobre sus jefes
- Agentes de la DEA, Chris Feistl (Michael Stahl-David) y Daniel Van Ness (Matt Whelan) – quienes entran a la operación con entusiasmo e inexperiencia
- Franklin Jurado (Miguel Ángel Silvestre) – lavador de dinero del Cártel, quien sin saber pone a su esposa Christina (Kerry Bishe) en peligro mortal
- David Rodríguez (Arturo Castro) – hijo mayor de Miguel, que al principio es renuente a asumir un papel de líder en la estructura del Cártel
Esta vez, todas las reglas han cambiado para los narcos y sus oponentes – un hecho que muchos no sabrán hasta que sea demasiado tarde.