El acoso escolar, o bullying, afecta a 40 por ciento de la población escolar de primaria y secundaria en México, según datos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Es decir, alrededor de siete millones 500 mil niños y adolescentes han sufrido hostigamiento, intimidaciones, discriminación, rumores infundados, bromas insultantes y hasta golpes en su entorno escolar.
México ocupa el primer lugar de los 34 países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en violencia física, verbal, psicológica y social entre alumnos de educación básica. De acuerdo con la prueba PISA, realizada por la OCDE, las escuelas con altos niveles bullying obtienen un promedio menor en la puntuación de ciencias.
Tanto si es violencia física, psicológica o ambas, el bullying tiene un impacto significativo a corto, mediano y largo plazo en los agresores, víctimas u observadores. Este tipo de violencia disminuye su autoestima y confianza, lo cual puede provocar ansiedad, depresión, autolesión e incluso, considerar el suicidio.
Con la llegada de las nuevas tecnologías y el uso de redes sociales ha hecho que el bullying traspase las rejas de la escuela. Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), señalan que 29.9% de las mujeres y 24.1% de hombres de entre 12 y 19 años han sido víctimas de ciberbullying.
Los casos de suicidio en niños, niñas y adolescentes están estrechamente relacionados con el acoso escolar. De acuerdo con la Fundación de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (ANAR), el 70% de los estudiantes con ideación suicida declaró haber sido víctima de bullying.
A principios de febrero, Adriana Kuch, una estudiante de 14 años, se quitó la vida después de que su agresora publicará imágenes donde le daba una serie de puñetazos y patadas dentro de una escuela en Nueva Jersey. Días después, en Barcelona, dos gemelos se intentaron suicidar tras haber sido víctimas de acoso escolar.
Reducir el acoso escolar es posible informando a los estudiantes sobre qué es, cómo identificarlo y actuar de forma segura. Asimismo, es importante mantener una comunicación activa con los menores para observar cambios de conducta.
NotiPress/Fernanda Martínez