El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador presentó su tercer “informe” de gobierno en el que describió un panorama muy positivo, en su dicho la transformación del país va viento en popa, el gobierno ha cumplido prácticamente con todos los compromisos que hizo durante su campaña y los resultados de la administración son excelentes, es más son extraordinarios, se acabó la corrupción, “la robadera” y todo en el país va “requetebién”, mejorando en todo y con récords históricos, incluso hasta como para decir: “Tengan para que aprendan”.
Pero la realidad que enfrentamos la mayoría de los mexicanos es muy diferente y los estragos que han causado la pandemia por Covid-19, la crisis económica y la crisis de inseguridad son cada vez más graves, además el combate a la corrupción e impunidad que fue la principal promesa de su plataforma electoral no ha dado resultados, mientras que la pobreza crece como una sombra que cubre a casi toda la república.
Y sin embargo la popularidad del presidente permanece alta, prácticamente sin variación, con un 60% de aprobación en el promedio de todas las encuestadoras desde el inicio de su gobierno hasta hoy a pesar de las múltiples crisis que padece México; al respecto recientemente el analista Leo Zuckermann en su columna (*1.) habitual lanzaba una hipótesis en la que especulaba al respecto, señalando que esto se debe al “genio comunicador” de López y a su capacidad de imponer agenda en la conversación y opinión públicas, manteniendo una narrativa que es ampliamente aceptada y difundida por los grupos que lo apoyan pero a su vez argumentando que esa popularidad es más bien personal y no necesariamente se refleja en la aprobación de su partido o su gobierno la cual es significativamente más baja y reprobatoria.
Coincido con la mayoría de lo que escribió Zuckermann, pero considero que es una lectura incompleta, que mira sólo una cara de la moneda, habría también que diseccionar la forma de pensar de los receptores del mensaje de López y esto me llevó a recordar una patología llamada síndrome de Estocolmo, nombre que se le dio a la actitud que presentaban las víctimas de un asalto en 1973 a un banco de Estocolmo en Suecia. Encontré esta definición en un artículo académico: “El síndrome de Estocolmo es un fenómeno paradójico en el cual la víctima desarrolla un vínculo positivo hacia su captor como respuesta al trauma del cautiverio, lo cual ha sido observado en diferentes casos, tales como secuestro, esclavitud, abuso sexual, violencia de pareja, miembros de cultos y actos terroristas”. (*2)
Así pareciera actuar “el pueblo” ese gran número de mexicanos a los que les habla el presidente y que siguen confiando en él, aunque les mienta de forma consuetudinaria y descaradamente (más de 60,000 veces documentadas) ellos son quienes están pendientes de las “mañaneras” y son testigos del montaje que hace cada día con personajes caricaturescos que fingen cuestionarlo pero como patiños de un comediante tan sólo le dan pauta para que AMLO diga lo que quiere decir o lo que se le ocurra lo que después será repetido por un ejército de propagandistas del oficialismo (moneros, opinadores, “intelectuales orgánicos” y troles) que en medios de comunicación y en redes sociales hacen difusión de la línea que marca el presidente para reafirmar sus logros y atacar a quien él llama “nuestros adversarios”.
Los fieles al presidente no ven ni sienten daño causado por él o su gobierno o si lo hacen también creen que no es culpa de López Obrador, si algo malo les ocurre es culpa de los “otros”, de los ricos corruptos “de la mafia del poder”, “de los que hacen el complot”, “de los chayoteros” o de los “fifís”, de los “clasemedieros aspiracionistas” en suma de los “conservadores”, esos hipócritas, ladinos, que hicieron tanto daño en el pasado y que han tenido y tienen la culpa de todos los males que ha padecido y padecerá México.
Cómo no creer en AMLO si él no se ha servido y enriquecido a costillas de los mexicanos, aunque pasen décadas sin saber de qué ha vivido o cómo ha financiado a su movimiento (a parte de las “contribuciones” que el mismo pueblo generosamente le hace llegar vía sus hermanos en sobres amarillos) AMLO no es de los que discriminan, de los que abusan, los que mienten, roban o traicionan, no es de los güeritos de apellido extranjero, (como si López u Obrador vinieran del náhuatl) él no habla inglés ni es los que estudian en universidades caras del exterior que son “para aprender a robar”, él no es tecnócrata ni falta que hace pues “gobernar no tiene ciencia” los que son así no son pueblo, el pueblo es como él, moreno y de origen humilde, no utiliza ropa cara y solo tiene dos pares de zapatos y dos trajes, el no se mueve en vehículos blindados sólo en un Tsuru o si acaso un Jetta de modelo pasado, AMLO come lo mismo que come el pueblo, disfruta los tacos y garnachas en cualquier fonda en cualquier rincón del país, él habla como habla el pueblo con su acento tabasqueño comiéndose las “erres” y la “eses”, AMLO es un hombre honesto y bueno como lo es el pueblo y si se equivoca es porque también es humano.
Pero el pueblo que tanto lo apoya es su propia víctima pues a pesar de que un porcentaje alto de la población recibe apoyos económicos directos, es también el mismo que ha dejado de recibir muchos servicios que antes recibía y es el principal afectado por las malas decisiones del gobierno federal. A todas esas personas que aprueban positivamente al presidente AMLO no parece importar que se estimen más de 600 mil personas fallecidas durante la pandemia por Covid-19 y que la inmensa mayoría es parte de los sectores más vulnerables de la población, no les causa escozor que se acumulen casi 100 mil asesinatos durante su gobierno y que miles de comunidades en el país se encuentren a merced del crimen organizado, no importa que se encuentren entre los 35.7 millones de personas no contaron con servicios de salud el año pasado, ni importa que durante su administración haya aumentado la pobreza de 51.9 a 55.7 millones y que de esos 1 millón de habitantes cayera en pobreza extrema sin contar con lo más elemental para satisfacer sus necesidades básicas de acuerdo a datos del Coneval, no parece hacer mella en su ánimo que la economía del país haya sufrido la peor caída en casi un siglo y que millones de personas hayan perdido sus empleos y sus negocios sin que el Estado haya procurado alguna medida contra cíclica para atenuar la crisis, no parecen advertir que la corrupción en el gobierno siga rampante y que el 80% de los contratos públicos se adjudiquen sin licitación de los cuales la mayoría y los más jugosos se entreguen a familiares del presidente o de sus incondicionales aliados, no pareciera incomodar en absoluto que durante los últimos tres años se hayan roto los récords históricos en homicidios, feminicidios, crímenes de alto impacto y en impunidad o que en México al amparo de este gobierno se estén destruyendo miles de hectáreas de bosques y selvas además de ir completamente en sentido opuesto a la dirección del mundo en materia de generación de energía dando la espalda a todas las energías limpias y privilegiando intereses obscuros en negocios de compra de carbón y combustóleo lo cual contamina de forma trágica el aire a las fuentes de agua potable y a los mares en perjuicio del medio ambiente y de la calidad de vida de las generaciones actuales y futuras. *(3-10)
Esos son tan sólo algunos de los más notorios ejemplos de cómo el gobierno de AMLO ha sido catastrófico evaluado desde cualquier análisis que tome distancia de su retórica de: “es de que los de antes”, “es de que nos dejaron un tiradero”, “es de que heredamos un país en ruinas”, “es de que…”, “es de que…” “es de que…” como acostumbra decir, su discurso está lleno de pretextos y ficciones sobre “otros datos” y sin embargo el contexto señala que son sus decisiones, sus omisiones, la incapacidad y la corrupción de sus funcionarios designados lo que ha causado efectos desastrosos sobre la vida de todos los mexicanos de alguna o varias maneras, pero para demasiados es preferible conservar la sensación de retribución y de revancha o mantener una falsa esperanza que lidiar con la cruda realidad de haber sido víctimas de otro engaño.
*1. La popularidad de López Obrador
*2. El síndrome de Estocolmo: una revisión sistemática
*3. Más de 600 mil muertos por Covid
*4. Más de 91,000 personas son asesinadas durante el gobierno de AMLO
*5. Sin acceso a servicios de salud, 28.2% de la población en pandemia
*6. Aumenta pobreza en 19 estados del país: Coneval
*7. Tres años de AMLO, la peor primera mitad de un sexenio en economía en 86 años: Coparmex
*9. AMLO tiene récord histórico en feminicidios, pobreza e impunidad
*10. Medio Ambiente, el agujero negro de López Obrador