Por: Omar Castrejón.- Querétaro se quedó al menos un año sin fútbol y para efectos prácticos también sin equipo; quién sabe por cuánto tiempo. A nadie que viva en este Estado le debería alegrar la noticia, significa una gran pérdida en muchos sentidos pero es merecido, te explico.
Lo que sucedió el pasado sábado en el estadio Corregidora rebasó todos los límites, cientos de personas y familias fueron puestas en riesgo y aunque por un milagro no hubo fallecidos a pesar de lo que se diga en la campaña de desinformación que siguió a la tragedia, de cualquier forma lo sucedido es una de las catástrofes más graves de las que se tenga registro en la época moderna y jamás debió haber ocurrido a pesar de que existieron circunstancias muy sospechosas antes, durante y después del ataque que hacen pensar que se trató de algo planeado pero eso ya es tema de otro comentario y valdría la pena tener más elementos y datos a partir de las investigaciones que se están llevando a cabo.
Aquí lo que me interesa señalar es que aunque las consecuencias y sanciones puedan parecer muy pequeñas para unos o grandes para otros, puedan ser insuficientes para los implicados o injustas para los afectados colateralmente, en donde fallamos casi todos fue en entender que con la “barra” del equipo tenemos al enemigo en casa y que tarde o temprano permitir y fomentar la existencia de ese grupo criminal saldría muy caro y así fue.
Cualquier aficionado al fútbol en Querétaro puede contar sus anécdotas desagradables relacionadas con esos frenéticos como bien dijo el gobernador Kuri.
Su agresión es verbal, visual y física sin importar si es contra los que están en cancha, enfrente o a un lado, sin importar si son visitas o locales, si son autoridad o civiles, hombres o mujeres, ancianos, adultos, jóvenes o niños. Para ellos el fútbol no es deporte ni espectáculo, es el campo de batalla en donde desfogar sus instintos y complejos, casi siempre bajo el influjo de alguna droga.
No son pocos los antecedentes de la violencia de la barra del Querétaro: En 2007 afuera del estadio Jalisco, en 2013 en el estadio 10 de Diciembre en un partido contra Cruz Azul, en 2019 en el partido contra Pumas y el mismo año también en el partido contra SLP solo por mencionar algunos ejemplos. Por supuesto que toda la liga tiene mucha responsabilidad al respecto pero aquí nos toca responsabilizarnos por lo nuestro y sin omitir las obvias fallas de los directivos del club y de las autoridades, los habitantes de Querétaro y principalmente los aficionados que permitimos y toleramos que el fútbol dejara de ser un evento familiar y seguro, ya sea por obra u omisión y ahora un gran número de familias se verán afectadas perdiendo su fuente de trabajo y nuestra sociedad ejemplar verá manchada su imagen.
¿Ustedes qué opinan?
