Imagina que un día eres el gobernante de tu país y tienes todo el poder.
Ya no hay divisiones tú eres el poder ejecutivo, legislativo y judicial, haces y apruebas todas las leyes, eres reformador o constituyente también puedes asignar a tu antojo todo el presupuesto y gastar cuanto quieras y como quieras, no necesitas dar explicaciones ni rendir cuentas, no hay nada de qué preocuparse con aquello de la transparencia.
Tampoco tienes ninguna restricción para endeudar al país cuanto quieras, tus gobernados tendrán siempre que asumir las deudas que a nombre del país adquieras.
Además, eres magistrado supremo, ningún litigio ni conflicto quedará sin resolver, nada podrá ser ni estar por fuera de tu juicio y criterio.
Tú designarás a todos los secretarios, directores y cualquier nivel de jefatura de cualquier institución, paraestatal y organismo del Estado, sin ninguna autonomía, solamente obediencia total.
Eres comandante en jefe de todas las fuerzas armadas y policías, tienes toda la fuerza y hasta la legitimidad para ejercer el monopolio de la violencia.
Tú poder no puede ser cuestionado ni está en riesgo, nadie te representa una amenaza ni hay posibilidad de que puedas perderlo.
Si un día tuvieras todo el poder ¿qué harías con él? ¿serías un tirano benevolente? ¿cuáles serían las primeras cosas que transformarías?
Vamos a suponer que eres un dictador benefactor, tienes toda la intención de crear un estado de bienestar para toda la población, probablemente comenzarías por pacificar a tu país porque lleva décadas asolado por la violencia, seguramente retomarías el control de todos los territorios dominados por grupos criminales, terminarás con el narcotráfico, con las desapariciones forzadas, con los homicidios, los feminicidios, los secuestros, la extorsión y la trata de personas. Ningún cartel es rival contra tu poder total ni habría por qué tener la menor consideración con esa molestia de los derechos humanos porque aquí cualquier derecho lo das o lo quitas tú.
Probablemente también te enfocarás a que en tu país nadie padezca por pobreza o enfermedad, que en tu gobierno nadie carezca de lo necesario para vivir una vida digna y feliz, a nadie le faltará techo, vestido o sustento, ni habrá enfermedad o padecimiento que no sea resuelto con atención médica y tratamientos de la mejor calidad y de forma inmediata.
Construirás escuelas, carreteras, puentes, puertos y aeropuertos, presas y acueductos, plantas potabilizadoras y de generación de energía, todo hecho y administrado por el Estado, nada de utilizar inversiones privadas o extranjeras para no poner en riesgo nuestra soberanía, por supuesto el dinero alcanzará para más porque tú te habrás encargado de que la impunidad y la corrupción se terminen por completo y no vuelvan nunca más, no habrá funcionario público que personalmente o a través de prestanombres y socios pueda tener un enriquecimiento inexplicable.
En tú país habrá educación y cultura, pero solamente aquella que nos acerque más a nuestras propias raíces y nos una más a nuestra comunidad, no hay para qué correr riesgos con esas ideas perniciosas de la ciudadanía global o los peligros de adoptar nuevas tecnologías que tanto enajenan y deshumanizan a los individuos, si la gente es más feliz con una vida más sencilla y tranquila aprovechando lo que la generosa madre tierra le pueda regalar.
Si te llegaras a enfrentar al problema de que no crezca la economía de tu país lo suficiente porque en el estado de bienestar no haya muchos incentivos para trabajar, competir y producir, si las inversiones y los capitales de forma ingrata se quisieran ir, sin problema lo puedes impedir, qué son unas cuantas expropiaciones para explotar las infinitas riquezas de nuestros recursos naturales, no es como si un día el petróleo se fuera a acabar o los bosques y las selvas se vayan a terminar o el campo vaya a dejar de producir, además en realidad no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita, es más si tus líneas de crédito ya están algo apretadas y por algo se presenta la necesidad de tener mayor liquidez siempre se puede recurrir a imprimir unos cuantos billetes.
Cuando se tiene una visión mayor como la justicia social. Para qué desear más de lo que se tiene, para qué tener la libertad de buscar ser mejor que los demás cuando el ideal es la igualdad y la felicidad.
¡Ah qué hermoso sueño utópico!
