¿Debate o reflectores mediáticos?: Frecuencias por @JROLDANA

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Frecuencias - Jesús Roldán Acosta
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Desigual debate, se presentaron algunos cuantos chispazos de elocuencia discursiva que se acompañaron de escasos datos duros serios y veraces. Por el contrario, lo común fue la presencia de claroscuros, golpes directos y contundentes epítetos, muchas veces disfrazadas de verdades a medias proferidas contra el único candidato a vencer: Andrés Manuel López Obrador, en gran medida provenientes de Ricardo Anaya Cortés, José Antonio Meade Kuribreña y del fundamentalista -por aquello de mandar cortarle las manos a los rateros-nos referimos al “patiño” regiomontano, Jaime Rodríguez (alias “El Bronco”).

Estos tres últimos se asemejan a unos verdaderos “Pinochos” de la política mexicana, la que, mediante enconos, verdades a medias, engañan, lastiman, laceran al común de la gente.

Desafortunadamente, se han estado presentando por doquier muertes, agresiones físicas a lo largo y ancho del territorio mexicano; no son fortuitos tal cantidad de asesinatos de candidatos a cargos de elección popular, lo mismo para alcaldías, diputaciones, la gente y los medios de difusión han dado cuenta de ello. Propiciando el surgimiento de la espiral de índices delictivos en México, aunado a los consuetudinarios crímenes derivado de la lucha contra la delincuencia organizada, que al parecer está mejor organizada que el propio Estado mexicano y sus instituciones que deben encargarse de velar por la seguridad de todos los mexicanos.

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En verdad, urge ya que las personas estemos en tranquilidad y armónicamente seamos más productivos, esto es lo que requiere una nación como la nuestra.

 

Volviendo al tema medular que nos ocupa, he de mencionar que penosamente y en medio de trifulcas verbales y sin aportar nada benéfico para quienes atestiguamos el pasado y supuesto “debate” dominical es como transcurrieron las dos horas del gran espacio-tiempo dedicado a lo que fue el poco serio “debate electoral” efectuado el domingo anterior en las antiguas, bellas e históricas instalaciones del Palacio de Minería de la UNAM, localizado en la Calle de Tacuba, en la Ciudad de México.

Más bien diría que dicha ocasión propició que los cinco candidatos presentaran un circo pseudo político, aderezado de reflectores mediáticos. Es decir, hubo mucho verbo y escaso sustantivo. El malogrado “debate” había generado muchas expectativas, los resultados no se hicieron esperar múltiples “memes” y jocosas burlas para los candidatos: fue una verdadera falta de respeto para la ciudadanía.

Ya que todos ellos recitaron las mismas arengas y peroratas externadas en sus recorridos que han realizado en busca del voto; promesas insulsas, recurrentes frases huecas de las que el publico ya está harto de escuchar.

Digo lo anterior porque hubo leves destellos de, mesuradas propuestas efectivas, realistas innovadoras y congruentes con la realidad que nos aqueja como nación.

Sólo se dedicaron -cuatro de ellos-, salvo Margarita Zavala Gómez del Campo, a presentar escueta lista, similar a una decembrina carta, destinada para “Santa Claus”. La candidata independiente si bien habló con vehemencia y en algunos momentos con sobreactuación, también de manera atropellada llegó a expresarse, -aún persiste en ella el pánico escénico- sus propuestas fueron inanimadas; no se ha deslindado políticamente de su esposo, el exmandatario Felipe Calderón Hinojosa.

Escaso y veraz sustento es lo que atestiguamos de ellos, nulos planteamientos inteligentes prevalecieron en ese show mediático: visceralidad versus realidad fue el dilema, desafortunadamente, se impuso la primera.

Por su parte, Ricardo Anaya Cortés, sin contar con imagen persuasiva, aún y cuando se presentó con un caudal de elaboradas cartulinas y apuntes estadísticos -varios de ellos sin verdadero sustento informativo- ya que exhibía datos plagados de mentiras o verdades a medias, arremetiendo siempre contra López Obrador; le dedicó pocos minutos para criticarle a Meade Kuribreña; no olvidemos que éste a su paso por varias dependencias como la Sedesol, sirvió de tapadera para la actual titular de la Sedatu, Rosario Robles Berlanga, a la que se le señala por haber desviado varios miles de millones de pesos de recursos públicos, en la llamada gran “Estafa Maestra”.

Por su parte, López Obrador, reaccionaba lerdo, a veces parecía catatónico, fuera de lugar, se “apanicó”, fue de tardía reacción; eso en un espacio restrictivo por el mínimo tiempo para contestar le quitó continuidad y coherencia para responder.

Por cierto, el acartonado formato que fue justificado por las mismas autoridades del INE como fresco, innovador, no tuvo tal efecto, en tanto que no propició que los candidatos se explayaran para generar comentarios concluyentes, se les sometió a la guillotina del reloj; no se facilitó la disquisición acompañada de amplias y medulares observaciones y propuestas; eso es lo que el ciudadano común desea conocer para formarse una opinión y criterio que les impulse a votar, por una (o) u otra(o).

Es decir, se dieron leves pinceladas discursivas, a muchos, en vez de aclarar, nos desorientaron: el malogrado “debate político-electoral” fue un remedo de ejercicio democrático. Esperemos sinceramente que en los dos restantes eventos a efectuarse en las ciudades de Tijuana, Baja California y en Mérida, Yucatán veamos algo diametralmente distinto, que favorezca al intercambio amplio, versado y que quienes realicen preguntas no se inclinen por unos u otros candidatos, como fue el caso de la Ciudad de México. Digo esto, porque varias preguntas fueron aterciopeladas para Anaya y Meade; no para Andrés Manuel López Obrador.

Vayamos -a vuelo de pájaro- a las líneas temáticas en las que se enfrascaron nuestros “representantes populares”, donde conceptos como inseguridad, violencia social, prevención, disuasión, combate a la corrupción e impunidad no se hicieron esperar, aspectos que de falta de transparencia en el ejercicio público y en la administración de los recursos públicos, lo anterior, de manera directa e indirecta se vincula al malogrado crecimiento económico y el bajo desarrollo y desgaste del estado de bienestar social que ha permeado en lo más profundo de la ciudadanía, que está muy cansada de tantos engaños de pésimos “servidores” públicos que envilecen, benefician y enriquecen del sistema político mexicano; los cinco candidatos son fiel reflejo de mis dichos: todos y cada uno de ellos tienen larga cola que les pisen, unos más que otro.

En cuanto a la inseguridad que se acompaña de grave violencia, ésta ha repuntado en gran medida, no se le previene ni se le disuade, ni tampoco se le da cierto remedio, como “placebo” temporal.

Anaya Cortés trató por todos los medios de inducir que él es más fuerte, el único para ganarle a López Obrador. Sin embargo, el queretano avencidado desde hace varios años en la Ciudad de México, no convenció ni mostró veracidad, sus mensajes son huecos, no son congruentes con su verdadera vida personal, familiar y de los negocios que de manera meteórica y en pocos años ha logrado acumular varios centenares de millones de pesos en propiedades, no olvidemos que Anaya manejó varios miles de millones de pesos durante la administración del gobernador del estado de Querétaro, con el también panista Francisco Garrido Patrón, para obras y gastos sociales.

El sano ejercicio público mediante la nómina salarial, no da para eso y más.

Anaya Cortés ha pregonado de ira contra la corrupción e impunidad, para quienes le conocemos en Querétaro no es fácil digerir sus mensajes en ese sentido, no es creíble lo que él dice con lo que ha hecho y sumado a sus bolsillos e inversiones familiares. En tanto que un político que a sus 39 años y en breve tiempo ha logrado amasar estratosférica fortuna, me parece que es una verdadera infamia, sobre todo, cuando hay evidente el mínimo respeto para la ciudadanía; no es digno de creerle.

Anaya Cortés -como buen histrión de la política- no se ruborizó, cuando se refería a que “acabaría la corrupción en México”, parecía que al pronunciar esa hueca frase manaba un hilo de sangre de su boca. ¿Se habría mordido su propia lengua?

¿Acaso la ciudadanía podrá creer en personas como él?

Cuando se trató el tema de la inseguridad y violencia Ricardo Anaya -sin haber precisado certeramente sus fuentes- aseveró que en el gobierno de López Obrador, lo que se conocía como Distrito Federal ahora Ciudad de México, hubo destacado repunte de los índices delictivos. Una vez más, Anaya mintió, ya que del 2000 al 2005, con el tabasqueño la tasa de secuestros por cada 100 mil habitantes se redujo un 27.22%. En esos mismos años, la incidencia delictiva disminuyó 12.87%, de 176 mil 747 delitos a 153, 977.

Nada más erróneo también fue lo externado por Anaya Cortés y López Obrador, al mencionar cada quién por su lado, que en diez años sumaron en nuestro país poco más de 1 millón de víctimas; ambos quedaron muy cortos.

Sin embargo, poco tardó en haber respuesta coherente y fundamentada, como el descrito por la revista Proceso, al retomar datos de “Verificado 2018” (www.verificado.mx) refiere que sólo del 2015 al 2017 y de acuerdo con reportes oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública en es período hubo 839,621 víctimas y homicidios. O sea, en tres años, el número de víctimas se aproximó al millón de personas.

En el mismo tópico, el neoleonés, Jaime Rodríguez mencionó que “el único estado que ha bajado el índice delictivo es Nuevo León”. Eso es falso, ya que su mandato, el registro delictivo estatal del fuero local y federal se incrementó a 12.88% del 2015 al 2017.

En cuanto a homicidios dolosos también aumentaron. En el 2015 hubo 451, al cierre del año pasado fueron 613, la tasa de esa entidad federativa pasó del 9 al 12 por cada 100 mil habitantes.

En general, el aumento de homicidios absolutos en Nuevo León fue del 35% (2015-2017).

Rodríguez se aventuró también a decir que Nuevo León es la única entidad que no es “asistencialista”; otra crasa mentira, ya que mediante programas sociales dotan mensualmente despensas; s transfieren recursos públicos de 700 pesos para la población de adultos mayores y gente con discapacidad, además de ayudas para pasajes, gastos funerarios y de hospedaje para la población de escasos recursos, entre otros más.

¿Qué puede esperar la ciudadanía que un mentiroso candidato -como “El Bronco”- que lo mismo engañó y su personal de apoyo se prestó para falsificación de miles de credenciales oficiales, que dolosamente le permitieron registrar su candidatura ante el INE, y que de paso, también le mintió a la gente en horario estelar dominical?

Por su parte, José Antonio Meade Kuribreña no fulguró y su actuación en general sirvió de constante comparsa de los dichos de Anaya, siempre en contra de Andrés Manuel López Obrador; éste con rostro desencajado no atinaba en responder a tiempo, con decoro, pundonor y con datos duros repeliendo los dislates discursivos del panista; permitió que hicieran de él, como en el box, de una “pera loca”.

Pese a la fallida presencia de Andrés Manuel López Obrador en el primer debate y a nueve semanas de las elecciones federales, éste aún permanece con 36% puntos de la intención del voto.

Según datos de la empresa especializada en encuestas y sondeos de opinión, “Massive Caller” radicada en la Ciudad de Monterrey Nuevo León con casi 8 puntos de ventaja sobre Anaya (28.7%), Meade (11.8%), Margarita Zavala registra un 6.1% y el “ocurrente” y “mocha manos” de Jaime Rodríguez, con el 2.4%.

@JROLDANA

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