Por: Sergio Bailleres F.
Amables lectores, Monterrey vivió en una sola semana la dualidad de sentimientos, esos que solamente el fútbol da y quita, los mismos que permiten pasar de la euforia de una nueva casa a la sensación de desconsuelo que produce una derrota o resultado adverso.
El domingo 2 de agosto, el nuevo Estadio Monterrey llamó la atención del mundo del fútbol y congregó en sus flamantes palcos y butacas a la élite del balompié nacional, la política y la absurda vida social del país.
Un escenario digno de cualquier parte del mundo el que los regios construyeron no sin antes sortear algunos obstáculos en el camino en lo referente a permisos y cuestiones legales para construir, además del asunto de los dineros para la consolidación de la obra.
La nueva casa de los Rayados de Monterrey es el inmueble deportivo más moderno de toda Latinoamérica.
Construido en 6 hectáreas con una circunferencia de 800 metros, el nuevo coloso tiene capacidad para cincuenta y un mil espectadores cómodamente sentados en butacas numeradas en área techada, más de doscientas pantallas en todo el estadio, restaurantes, tiendas de alimentos y souvenirs en un entorno ecológico como lo son todas las obras actuales.
Su diseño asimétrico y curvo fue inspirado en las montañas de la zona y su cubierta de concreto y metal son el reflejo de la historia industrial de Monterrey.
El rival en turno fue el Benfica de Portugal, un conjunto de renombre en Europa aunque quizá no en la élite de los conjuntos del viejo continente.
La fiesta de apertura fue exquisita, rica en dinamismo y tecnología, en nostalgia y presente con el involucramiento de la afición que participó desde sus lugares con pulseras de LED perfectamente sincronizadas en luz y movimientos.
La celebración fue completa, estuvieron todos los Rayados, los del pasado y el presente, estuvo la magia de la tecnología digital para proyectar imágenes sobre el terreno de juego, las luces desde lo alto, la pirotecnia, el sonido, la música y la tradición del Corrido de Monterrey y videos de la historia del equipo.
Celebro la intención de los regios por contribuir al futbol nacional con un estadio como el que tienen, ejemplo de coordinación en todos sentidos.
Así, mientras una parte de le ciudad y del estado vibraban con su nueva casa de lujo, la otra parte el miércoles 5 se presentó frente al televisor para apoyar a sus Tigres en la misión de darle a México su primera Copa Libertadores de América en la casa del arrogante River Plate de la arrogante Argentina.
El viejo Estadio Monumental de Buenos Aires contrasta con la modernidad del nuevo en Monterrey, sin embargo sigue siendo una aduana complicada, por su historia, por su fanaticada, por sus arbitrajes localistas y también por el fútbol contundente de su inquilino, el equipo de la banda roja que sabe jugar finales y que está acostumbrado a ganarlas.
River sepultó a los Tigres norteños en un partido reñido hasta la parte adulta del segundo tiempo en una noche lluviosa y fría muy característica del invierno sudamericano.
Tres a cero ganó Monterrey en su fiesta al Benfica y tres a cero perdió Tigres en Argentina en su intento por trascender a la historia de los equipos mexicanos.
Así fue la primera semana de agosto en Monterrey, luz y sombra como todo en la vida y como siempre en el fútbol.