Si el gobierno de López Obrador no reconoce lo sucedido este domingo como un ejercicio democrático y ataca el proceso de convergencia y ocupación de espacios públicos, como lo ha hecho en el pasado, estará anexando a México a la lista de movilizaciones antigubernamentales surgidas en redes sociales desde el año 2010, al nivel de las documentadas en los países árabes, Turquía, Egipto, España, entre otras y en contradicción con sus “benditas redes sociales” que lo protegen.
Su cielo, podría convertirse en un maldito infierno.
A eso obligó la violencia en las redes, en eso derivó la narrativa presidencial de división.
Y es que si el poder se ejerce mediante la programación y la inteligencia artificial, a través de algoritmos y procesos en redes anónimas, el contrapoder sólo puede gestarse deliberadamente dando un paso más allá, tomando el espacio público para cambiar la programación, pero la variante de territorialidad, podría poner en jaque a más de un sector en el gobierno..
La gente salió de la comunidad virtual a su espacio, como lo hicieron cuando ayudaron en los sismos, cuando salen a filmar a delincuentes y denunciarlos en red, cuando se ofrecen a llevar y traer gasolina, a trasladar enfermos, se enteran por internet, pero salen a dar la cara y los brazos, y los puños y todo.
Asi, igual, tomaron las banderas y retaron a la inteligencia artificial, a la segmentación, a las cookies, los costosos bots con respuestas automatizadas; tomaron las calles para demostrar que son más reales y activos que los algoritmos de consumos digitales
Mire usted, una comunidad se basa en el compañerismo que es el mecanismo fundamental para perder el miedo y traspasar los límites. Y traspasar los límites es el fundamento de los individuos para comprometerse en un movimiento social y si ese se da en las redes y luego logra movilizar las calles, tiene un alto sentido de éxito. Así lo plantea un experto en el tema, Manuel Castells.
Sucedió en julio pasado y movieron a las urnas y al cambio, pero tras el triunfo nunca se alentó el compañerismo, al contrario “las benditas redes sociales” desataron el encono hasta que colmaron la paciencia, se venció el miedo, se brincó el umbral y sucedió el más sublime momento de un movimiento comunicativo.
El creador de la “Era de la Información”, documento básico de todos los procesos de comunicación moderna, el muy pródigo Doctor Castells se ha dado a la tarea de documentar, uno por uno, los movimientos sociales que han nacido, crecido, alimentado y legitimado a través de las redes sociales desde el año 2010, como una tendencia global, no todos para derrocar ni efectuar un cambio de gobierno pero todos para cambiar status quo.
Los levantamientos árabes, la revolución por la libertad y la dignidad de Túnez, las movilizaciones de las Indignadas en España, los sin techo en Estados Unidos, la revolución de las cacerolas en Islandia, etc. tuvieron un origen digital, pero terminaron siendo reprimidos en las plazas donde al final ganaron. Pocas veces el Estado logró desconectarlos de internet al cien por ciento, pues es la autonomía y ocultamiento, el mayor encanto de este tipo de movimientos pero cuando llegaron al espacio publico se volvieron tendencia mundial.
Pero qué sucede cuando es el propio jefe del poder político el mayor “influencer” del aparato digital y la inteligencia artificial?.
Es de celebrarse, siempre en una democracia, la participación social y la manifestación abierta, por lo que será interesante conocer en las próximas horas la forma en que el presidente López Obrador, líder de las redes sociales y director de contenidos de sus seguidores, reaccionará a la provocación de una sociedad que ya contrarespondió a las propias provocaciones del mandatario quien tendrá que cuidar de inmediato su actitud verbal que también puede ser tomada mundialmente como represión.
