El fabricante japonés Asahi se vio obligado a reactivar procesos manuales, como el uso de lápiz, papel y máquinas de fax, luego de un ciberataque que paralizó sus operaciones digitales a fines del mes pasado. La medida temporal, que busca mantener la distribución de productos, evidencia cómo recursos analógicos pueden actuar como soporte en situaciones críticas de ciberseguridad.
Asahi, responsable de aproximadamente el 40% del mercado cervecero japonés, suspendió la producción en la mayoría de sus 30 fábricas, incluidas seis cervecerías, tras el ataque cibernético. Aunque las plantas reanudaron parcialmente sus actividades, los sistemas informáticos continúan fuera de servicio. Según se informó, “esto significa que tiene que procesar pedidos y envíos manualmente (utilizando lápiz, papel y máquinas de fax), lo que resulta en muchos menos envíos que antes del ataque”.
Esta interrupción tuvo efectos inmediatos en la cadena de distribución. En tiendas de conveniencia y supermercados en Tokio y Hokkaido, trabajadores confirmaron la falta de productos y la imposibilidad de generar nuevos pedidos. En el restaurante Ben Thai, ubicado en Sengawacho, sólo quedaban cuatro botellas de cerveza Asahi Super Dry. Su propietario, Sakaolath Sugizaki, señaló que su proveedor prioriza a clientes más grandes y no sabe cuándo podrá reabastecerse.
La escasez también alcanza otras líneas de productos de Asahi, incluidos refrescos y agua. Hisako Arisawa, propietaria de una licorería en Tokio, manifestó su preocupación por los consumidores: “Solo puede conseguir unas pocas botellas de Super Dry a la vez y espera que la interrupción continúe durante al menos un mes”. Grandes cadenas como FamilyMart, 7-Eleven y Lawson confirmaron la suspensión de pedidos y anticiparon escasez de inventario.
Desde el punto de vista logístico, mayoristas como el señor Nakano indican que la recepción de productos disminuyó drásticamente. “Ahora sus pedidos se escriben a mano y se reciben a través de un fax. Asahi le notifica por fax cuando los camiones están listos para salir de la fábrica”, se detalla en el reporte.
El grupo de ransomware Qilin se atribuyó la autoría del ataque. Esta organización permite que terceros ejecuten ataques a cambio de una parte de las ganancias obtenidas por extorsión. Aunque Asahi no confirmó los detalles del incidente, declaró: “se han encontrado en Internet datos que se sospecha que se filtraron en el hackeo“.
Dicho episodio se suma a una serie de ataques similares registrados en Japón y otras partes del mundo. En 2024, una terminal de contenedores en Nagoya quedó inoperativa durante tres días, y Japan Airlines enfrentó cancelaciones tras un incidente cibernético en diciembre. Diversos expertos advierten sobre la vulnerabilidad del país ante este tipo de amenazas. Según Cartan McLaughlin, del Nihon Cyber Defence Group, “Japón es vulnerable a los ciberataques ‘dada su dependencia de sistemas heredados y una sociedad con un alto nivel de confianza’”.
Ante el incremento de riesgos, el gobierno japonés aprobó este año la Ley de Defensa Cibernética Activa (ACD), que amplía las capacidades de respuesta ante ataques y permite acciones preventivas por parte de las fuerzas de seguridad. El secretario jefe del gabinete, Yoshimasa Hayashi, aseguró: “Seguiremos mejorando nuestras capacidades cibernéticas”.
NotiPress/Martín Olivera
