La discapacidad auditiva o también llamada hipoacusia es una condición que afecta a más de cinco por ciento de la población, mientras que en México existen entre ocho y diez millones de personas con algún grado de sordera, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la Secretaría de Salud (SSA), respectivamente.
Aunque no es considerada como un problema de salud pública mundial, un estudio publicado en 2016 anticipa un aumento importante en la incidencia y prevalencia de la hipoacusia en los próximos años, esto debido al fenómeno de transición demográfica que se experimenta en todo el mundo, pero también por la mejora en el diagnóstico de la condición. En regiones como el Reino Unido, por ejemplo, se estima que para 2030 la hipoacusia del adulto será más frecuente que la diabetes y las cataratas.
Mónica Rodríguez Valero, médico otorrino del Centro Médico ABC, Unidad Santa Fe, señala que las personas con hipoacusia o sordera presentan problemas en el desarrollo del habla, el lenguaje y en las habilidades cognitivas. Adicionalmente pueden desarrollar otras condiciones que afecten su calidad de vida, como depresión, aislamiento, soledad, ansiedad, somatización. Incluso, hay quienes señalan un impacto en la salud mental de quienes presentan esta condición, por ejemplo, demencia, como lo indican la doctora Constanza Díaz y colaboradores en su artículo “Hipoacusia: trascendencia, incidencia y prevalencia”.
Respecto a ello, Rodríguez Valero indica que las personas con sordera tienen hasta 40 por ciento más depresión y aislamiento y cinco veces más riesgo de desarrollar demencia, en comparación con sujetos sin esta condición. “Cuando hay una pérdida auditiva hay una privación sensorial, por lo que el envejecimiento cognitivo se ve afectado, esto se potencializa con el aislamiento social y produce un deterioro cognitivo más rápido”, explicó.
Prevalencia en niños
Los problemas anteriormente mencionados varían de acuerdo con la etapa de vida en que se presente la discapacidad auditiva; la hipoacusia neonatal, por ejemplo, puede detectarse mediante un tamiz auditivo. De no detectarse a tiempo, las intervenciones se tornan complicadas.
Mónica Rodríguez Valero revela que tres de cada mil recién nacidos tienen algún grado de hipoacusia y uno de cada mil padece sordera profunda de origen congénito que requieren implantes cocleares. En zonas rurales se estima que alrededor de 66 por ciento no recibe tratamiento. En edad escolar, entre 30 y 50 niños por cada mil tiene sordera unilateral, por consiguiente, presentan dificultad mayor para localizar el sonido y tienen problemas para entender el lenguaje en ambientes ruidosos.
“Esto les da problemas en el salón, en la comprensión de lectura, de aprendizaje, dificultad de trabajar en equipo; se aíslan y pueden llegar a la depresión. Por otra parte, desde que nace, tenemos cinco años para colocar un implante coclear a un niño con sordera, porque si la vía auditiva no se desarrolla, la intervención no tiene un beneficio potencial”.
Respecto al riesgo que representa la hipoacusia en niños, la especialista recomienda a los padres realizar a sus hijos, una vez que nacen y cuando estén por ingresar al colegio, un estudio de audición.
“En México, el tratamiento para la discapacidad auditiva es un tema que aún no ha permeado en el sector salud y en la sociedad, en comparación con otras regiones. Desgraciadamente no se ha hecho hincapié sobre esto; en Estados Unidos, Inglaterra y Francia es obligatorio realizar un estudio de audición cuando los niños van a ingresar a la primaria, justo para poder detectar y rehabilitar, para que tengan un desarrollo con las mejores condiciones”, explica.
Respecto a la población joven, Rodríguez Valero expone que uno de cada seis adolescentes tiene un pérdida auditiva, principalmente por trauma acústico y daño inducido al oído, mientras que mil 100 millones de jóvenes de todo el mundo podrían estar en riesgo de sufrir pérdida de audición debido a prácticas auditivas perjudiciales, como el aumento de la exposición a sonidos fuertes en lugares de ocio, o bien por el uso de dispositivos de audio, de acuerdo con estimaciones de la OMS.
En este contexto, Mónica Rodríguez Valero exhorta a limitar el uso de auriculares con 80 por ciento de volumen por 90 minutos máximo al día. Agrega que la tasa de desempleo de personas con pérdida auditiva es 30 por ciento mayor, en comparación con aquellas que escuchan de manera normal.
Tecnología cada vez más avanzada
A decir de la especialista en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades que afectan el oído, la hipoacusia es una discapacidad que se puede rehabilitar, debido al desarrollo de tecnologías que son cada vez más revolucionarias y accesibles al paciente, aunque reconoce que la detección temprana está implícita.
La primera vez que se realizó un abordaje de implante coclear fue en 1957, en Francia, a cargo de los doctores Djuro y Eyries, pero no fue hasta este siglo que la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) autorizó la implantación para personas con sordera profunda y severa. A partir de esa fecha han experimentado una evolución tecnológica, permitiendo un tratamiento cada vez más efectivo que ayude a mejorar la calidad de vida de quienes presentan esta condición.
Un implante coclear, explica Mónica Rodríguez Valero, es una prótesis de oído interno que estimula directamente el nervio auditivo por medio de impulsos eléctricos. El implante es una vía para que las células dañadas en el oído interno se sustituyan por una estimulación eléctrica directa que activa el nervio auditivo y envía la información al cerebro.
Explica que el dispositivo coclear consta de dos partes, una interna y otra externa. La parte interna se implanta bajo la piel por medio de una cirugía, esta recibe, decodifica y transmite una señal eléctrica a los electrodos, que se introducen en el interior de la cóclea para estimular el nervio auditivo.
“Cada parte de la cóclea es para un tono específico, por lo que diferentes electrodos estimulan diferentes partes de la cóclea, según tonos graves o agudos. El componente externo consta de un imán y un micrófono que recoge los sonidos y los envía a un procesador”, detalla.
Aunque en México esta tecnología aún es limitada, ya existen implantes cocleares que permiten una audición más inteligente: conectividad para su uso con dispositivos de audio inalámbrico, para su uso en actividades bajo el agua, diseños discretos, entre otros.
En el país, el programa Seguro Popular cubre los gastos en menores de cinco años. Dentro de la Secretaría de Salud hay 10 hospitales acreditados para realizar la cirugía, entre ellos el Hospital Infantil de México Federico Gómez y el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER).
Por Carmen Báez
Vía Agencia Informativa Conacyt