Cuando más urgente resulta la seguridad para el país, más grande el reclamo por combatir al crimen y más difícil la coyuntura, con niveles galopantes de delincuencia, vigilancia fronteriza, control migratorio y resurgimiento de células delictivas que ya confrontan abiertamente al Estado, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha cumplido on mandar más policías a la calles, pero de puntitas, corridos y sin liquidación.
Contra esa visión que no permitirá cosechar seguridad ni en cinco años, ni en ningún otro plazo y con un sentimiento de enojo y deshonor por la desaparición de su institución, este lunes un centenar de ex policías federales se manifestarán en el zócalo de la Ciudad de México frente a Palacio Nacional,-la nueva austera residencia presidencial- para exigir respeto a sus derechos, liquidaciones conforme a la ley y acabar con el hostigamiento de que son víctimas por parte de los mandos castrenses encargados de los procesos de reclutamiento de la Guardia Nacional.
El gobierno de AMLO ya anunció la desintegración de la PF, aunque no tiene para cuando nacer la GN y a ninguno de los policías federales se les ha entregado liquidaciones; porque a la mayoría se les ha invitado a irse “voluntariamente”, pero obligándolos a firmar “renuncias” y a todos se les amenaza si insisten en quedarse o intentar su reenganche en la Guardia Nacional.
De no firmar su renuncia se les iniciará procedimiento de rebeldía ante la oficina de “asuntos internos” y al momento de la disolución de la PF los expedientes pasarán a la Inspectoría General de la Secretaría de la Defensa Nacional donde de todos modos los darán de baja por indisciplina o porque no “pasaron” los exámenes.
Mientras los elementos de las Secretarías de la Defensa Nacional y Marina Armada de México son asignados “por oficio” a integrarse a las filas de la Guardia Nacional (la mayoría de infantería y no de la policía Naval ni Militar como prometieron), a los interesados procedentes de la PF se les ponen requisitos, pruebas y exámenes.
Y como los ex policías federales tienen amplio conocimiento en derecho, leyes, armas, disciplina, derechos humanos, manejo de antimotines, proximidad social y en algunas, rebasan a los soldados convertidos por arte de un brazalete en GN, pues la mayoría de los exámenes que se les impone a los ex PF´s son físicos.
Hay uno en especial, la prueba de Cooper donde se debe correr a máxima velocidad por un periodo de 12 minutos, pero en todos los casos los soldados han obligado a los aspirantes ex policías a repetirla hasta tres veces porque no estaban atentos, la maquina no estaba calibrada, de pronto falló, etc.
La Secretaría de la Defensa Nacional, les ha dicho que no les respetarán las antigüedades, los niveles de autoridad, cargos, prestaciones, derechos ni condiciones salariales, empezarán de cero y a hacer méritos.
Se olvidaron de la preocupación que expresaron los líderes parlamentarios al aprobar por consenso la Creación de la Guardia Nacional sólo si se garantizaba que soldados de aire, mar y tierra no perdieran sus derechos laborales, prestaciones, rangos y promociones, durante la transferencia a la GN y más adelante, cuando decidieran regresar a las filas castrenses tras los cinco años transitorios.
No hay pudor alguno de los mandos militares para reflejar esas mismas condiciones expresadas por los legisladores en beneficio de los policías federales.
Así que, si Usted como yo pensaba que cuando escuchábamos al candidato López Obrador mandar más policías a las calles sería para combatir la inseguridad pública en nuestras ciudades. No entendimos bien, no era una metáfora, era el eufemismo de mandarlos literalmente a la calle.
Hombres y mujeres dispuestos también, como los propios soldados a proteger a la sociedad tomaron la decisión de llegar al zócalo porque ya nada tienen que perder.
Algunos han iniciado demandas contra el gobierno y hay posibilidades reales de ganar; otros se encuentran en calidad de aspirantes con procesos de reclutamiento que cada día provocan mayor tensión y la mayoría decidieron irse.
Se fueron lastimados, sin defensa, ni respeto a sus derechos, a la dignidad por su institución, sin otra alternativa que tomar el camino trazado por el presidente López Obrador: la calle. Y serán todos ellos un dolor de cabeza permanente para las propias fuerzas armadas, una amenaza para la estrategia de seguridad si la hay y un infierno, un verdadero infierno para la Guardia Nacional, si la hubiera.
Porque no habrá pacificación en el país, mientras la calma no alcance a las filas policiacas, donde nadie es perita en dulce, pero la división representa un caldo de cultivo para las filas criminales.