Las imágenes de niños de entre 8 y 12 años, armados y en entrenamiento aparente como autodefensas en Guerrero, es un nuevo episodio de fracaso y desvergüenza para el gabinete de seguridad que en lugar de asumir de inmediato la facultad irrevocable de proporcionar seguridad pública y coordinarla, optó por dar explicaciones erróneas, por criminalizar a las comunidades señaladas de nutrir las filas de sicarios, y hacer que el presidente López Obrador crea que su gobierno, en verdad, compite por la buena con grupos delictivos.
Imperdonable que este mismo gabinete de seguridad, sin planeación ni estrategias, esta semana llevara a los miembros de la Guardia Nacional a usar la fuerza contra migrantes, generando protesta social, hasta de legisladores de Morena y críticas entre los propios miembros de las fuerzas armadas que acusan de desorden, “cruzadero de órdenes” y “cambiadero de protocolos” cuando actúan como policía migratoria, por falta de una política específica que atendiera a una caravana que se esperaba desde un mes antes.
Y sí es de sorprender la infantil capacidad para inventar argumentos de evasión y ser capaces de dejar que su jefe, el presidente, los repita. El gabinete de seguridad parece no comprender las terribles consecuencias internacionales, sanciones y juicios contra México por usar la fuerza contra migrantes y enlistar niños en ejércitos o guardia rurales y comunitarias existentes en la Constitución y que pueden ser tomados como delitos de lesa humanidad.
Peor en Guerrero, donde 10 músicos indígenas fueron asesinados y quemados hace unos días; donde se concentra cuatro de seis sentencias emitidas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos contra México por delitos cometidos por fuerzas gubernamentales; donde la Comisión de los Derechos Humanos del Estado ha documentado por lo menos 54 casos de tortura desde 1994 sin presentar ni un solo responsable y donde se reportan por lo menos 90 casos por desapariciones forzadas y ni una sola averiguación previa oficial. Así.
Muchas cifras, pero sobre todo víctimas, las personas que representa cada número hacen imposible dar crédito a lo dicho por el presidente en su conferencia matutina, a pregunta expresa sobre los niños armados en entrenamiento como Guardia Comunitarias en Guerrero.
Dijo: “hay quienes sostienen en el gabinete de seguridad, que se les está dificultando a las organizaciones conseguir sicarios y que están reclutando cada vez más niños… porque existe una competencia: los programas sociales están dando opción a muchos jóvenes….”
Es increíble que el jefe de ese gabinete, Alfonso Durazo, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana no le haya informado al presidente que apenas hace unos días, legisladores de Guerrero y su gobernador se quejaban porque no habían llegado 15 mil millones de pesos anunciados para programas sociales; que no le aclarara que la mayoría de adultos en la zona no se han ido con la delincuencia, sino que han sido asesinados; porque Guerrero es el tercer estado con mayor número de homicidios, donde las mujeres sostienen sus hogares para la pizca y cultivo de droga, que el Estado es el primero en asesinato de funcionarios públicos, policías y hasta candidatos; y donde más armas policiacas se pierden o arrebatan.
Pero el gabinete prefirió endulzarle el oído al presidente asegurando que los programas sociales ya “son una competencia” cuando a la mayoría de la región no han llegado, y donde ya lo han hecho aún no producen cambios, según el propio Coneval, que no ha generado mediciones.
En el sector de seguridad pública, policías, soldados y GN saben que hay múltiples zonas donde no pueden entrar las fuerzas armadas, donde son asaltadas las camionetas de Diconsa, las unidades de Banco Azteca que dispersan los recursos; donde los habitantes no tienen posibilidad de elegir si toman o no dinero; los comercios han sido eliminados por el pago de derecho de piso y el desplazamiento de familias y comunidades completas que han abandonado sus casas y cultivos son encañonados.
Y que el Estado mexicano simplemente no puede ser “competencia” de los grupos delictivos, sino su azote.
Alguien debería narrarle al presidente lo que significa ser halcón, la edad que tienen, para qué son contratados, cuánto les pagan y cómo ha variado esta actividad cuando los territorios completos pertenecen a una sola banda, a un cártel porque en efecto, el Estado, las fuerzas armadas, las policías y la política de seguridad nacional no sirve, no llega, no la dejan entrar o se alía con las bandas.
Y resulta peor lo que la Secretaría de la Defensa Nacional ha venido informando al respecto de esos niños armados a los que no reconoce como parte de autodefensas, de guardias comunitarias, a los que sin más ha acusado de estar asociados con los grupos criminales de la zona, de una zona que no ha podido peinar para poner orden, que no han podido coordinar con autoridades locales ni municipales para proporcionar apoyos y donde hay decenas de poblaciones donde a decir verdad, ni el ejército puede entrar, las perdieron.
El argumento militar revictimiza a los niños, no reconoce la situación gravísima que enfrenta el Estado, evade la responsabilidad para proporcionar seguridad por parte del Estado, cualquier nivel que sea, pero sobre todo, desconoce el sentido de la creación de la Guardia Nacional, en espíritu de la Ley, cuando se pensó en una corporación de tipo civil (por más que en los hechos sea militar) que pudiera proteger en materia de seguridad pública y coadyuvar con los gobiernos estatales y municipales.
Ahora resulta que la Guardia Nacional brinda mayor despliegue de tropas para su labor de policía migratoria, una función recién atribuida en la Ley de julio del 2018 que a la labor de seguridad pública que motivó su creación; lo más crítico es que si la tarea principal es servir de escudo a la migración que va a Estados Unidos a petición de la cancillería y sus intereses, alguien del gabinete de seguridad, debería pensar que también la inacción y el olvido de la seguridad a los mexicanos, el crecimiento en la delincuencia y la aparición de ejércitos revolucionarios, rebeldes o de autodefensas compuesto por niños, puede determinar nuestra posición internacional.
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