Muy poco de lo mucho que vimos ayer en la conferencia matutina sirven para entender lo sucedido en Culiacán, no responden a las verdaderas dudas políticas, ni a las inquietudes sociales ni a las intrigas informativas. De nuevo el ejército, fue usado para evadir la responsabilidad de un gabinete de seguridad que no tiene estrategia y un gobierno que no revela el motivo real del fallido operativo y el origen de la petición.
Mapas, balazos, ataques, cuerpos destrozados, un capo miedoso y gritón, soldados bien equipados pero sin éxito, animaciones y transiciones de power point, listado de pérdidas y un video de la detención sólo alimentó el morbo y lastimó aún más a los soldados, pero ni de cerca resolvió algunas de las interrogantes que permean aún y por mucho tiempo el ambiente.
Cualquier argumento que haya dado el General Luis Crescencio Sandoval ante la Nación era viable, creíble, aceptable y plausible. Nadie, ni los diputados ni los senadores van a cuestionar la labor del ejército mexicano “por dejarse ganar” ante el crimen organizado, pero la Sedena decidió “encuerarse” para defender una estrategia de seguridad que en realidad no comprende y ocultar detalles relevantes del operativo como quién lo ordenó, hacia dónde se trasladaría el detenido, por qué falló la orden de aprehensión, por qué un traslado por tierra, por que el apoyo aéreo falló, cuál es la relación con la visita reciente de la DEA y un largo listado de otros cuestionamientos que sólo podría responder el presidente y su canciller
En ninguna parte de la extensa conferencia matutina, en ninguna del provocador discurso de Alfonso Durazo; en ninguna frase del propio presidente y en ni una sola de las plantillas que conformó el minutario del operativo presentado por el Secretario Luis Crescencio Sandoval apareció tampoco un disculpa por los riesgos de un operativo mal planeado ni apresurado que puso en riesgo a los sinaloenses.
En ninguna parte tampoco, el compromiso por mejorar las acciones del ejército y las policías, por evitar imprudencias en la aplicación de esa entelequia llamada estrategia de seguridad, ni revisión de las formas de interacción o coordinación. La vergüenza por el error no llegó a tanto.
En medio de la crítica que también al interior de las filas castrenses han puesto sobre las cuerdas al mando militar, el Secretario decidió “encuerar” un operativo militar que revela las unidades que se mueven en una zona, el tipo de estructuras con que se organizan en una de las regiones con mayor movimiento de delincuencia, el armamento, los vehículos, los unidades aéreas, las imágenes de los oficiales que fueron capturados e intercambiados por los delincuentes, lo que significa un verdadero deshonor.
Reveló hasta el cansancio los puntos desde donde fueron atacados sus fuerzas, el tipo de armamento con los que los castigadores, la forma como los criminales neutralizaron al ejército y hasta la forma como se compone una unidad habitacional y lo que hay dentro y algo terrible, sin piedad, las imágenes de los elementos heridos para que los vean sus hijos.
En cambio ocultó las imágenes del intercambio y entrega del detenido, las de la rendición y por supuesto, evitó absolutamente las explicaciones formales sobre el motivo, origen y coordinación del operativo con los mandos civiles.
No le tocaba a él, claro está, esa era responsabilidad de muchas otras partes del gabinete. Cierto. Explicar por qué se hizo, quién lo ordenó, quién autorizó o presionó porque se hiciera ya, a dónde se llevaría al detenido, entre muchas otras dudas, no le correspondían al Secretario de la Defensa, cierto.
Pero tampoco le tocaba a él la comunicación política, la rendición de cuentas de hechos que en un alto porcentaje son de seguridad nacional ni entregar la información a la sociedad a través de los medios de comunicación. Le correspondía a un gabinete de seguridad encabezado por un mando civil que lamentablemente, no entiende nada de seguridad.
¿Hasta cuándo el Señor Secretario de la Defensa Nacional, por el bien de la Nación y la dignidad de las tropas dejará de ser el primero en levantar la mano cada vez que hay que hacer algo?