“Libia: un Estado fallido”, por Eduardo Roldán (Parte 1)

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Eduardo Roldan
Corregidora de Noche

Desde que Muamar Gadafi fue derrocado, capturado y luego asesinado en 2011, la nación se fragmentó entre dos gobiernos rivales basados en el Este y el Oeste, cada uno respaldado por grupos armados y por distintos gobiernos extranjeros. Hasta el año 2012 fui embajador de México en Libia pero he dado seguimiento al acontecer libio hasta hoy. Puedo asegurar que entre 2011 y 2022, Libia se desintegró y quedó encerrada en el centro de una vorágine de una guerra civil despiadada: en un Estado fallido. Considero que es indiscutible que las negociaciones entre las partes han representado un avance para la pacificación de Libia. Sin embargo, han sido insuficientes. Hay que darle tiempo al tiempo para que se consolide la paz regional.

Introducción

La importancia estratégica de la región mediterránea confirma que la seguridad de Europa está íntimamente ligada a la estabilidad y seguridad en la ribera sur del Mediterráneo, es decir, del Magreb. Para la Unión Europea (UE), las amenazas provenientes del Mediterráneo sur son multidimensionales: terrorismo, narcotráfico, crimen organizado, subversión, fanatismo religioso, desigualdad del desarrollo y el fenómeno de la migración, entre otros más. Así, la amenaza es de orden económico, político, social y cultural. Por todo esto, la relación entre las dos riberas es muy relevante para preservar y asegurar la estabilidad regional e internacional.

La proximidad entre las dos costas del Mediterráneo crea, al mismo tiempo, una relación de atracción y rechazo: de solidaridad y de conflicto. Los Estados Unidos son conscientes de las particularidades de la relación Europa-Magreb, mismas que han aprovechado para reforzar su presencia en la zona. Además, en el contexto de una Europa Unida, el Magreb pasó a ser el vecino de los otrora 28 y hoy 27 países de la Unión Europea y no sólo de los países del sur de Europa. Así, esta nueva realidad fronteriza ha hecho de la zona un tema de interés regional y mundial.

Corregidora de Noche

Pero, ¿qué factores han determinado la importancia estratégica del Magreb? ¿Por qué las potencias occidentales se han disputado un papel trascendental en la zona? La importancia geoestratégica de la región puede ser analizada desde dos perspectivas la geopolítica y la geoeconómica, mismas que no se oponen, sino que se complementan la una a la otra (Lorca, 2004). Estas comprenden, por un lado, la seguridad regional y la existencia de recursos naturales, en especial el petróleo y el gas. El factor geográfico está presente en ambas aproximaciones. En virtud de lo anterior, esta región históricamente ha sido considerada como estratégica como medio de comunicación y transportación, además de obtención de recursos naturales por distintos imperios o países como los fenicios, egipcios, griegos, romanos, cartagineses, otomanos, Francia, Reino Unido y demás.

La situación geográfica del Magreb ha sido punto de encuentro entre Europa y el África Subsahariana, y entre Occidente y Oriente, así como la abundancia de hidrocarburos, han hecho de la región un punto clave para la estabilidad o inestabilidad regional e internacional. La seguridad de Europa no puede ser garantizada sin la de los países de la ribera sur. La estabilidad y seguridad en el Mediterráneo representan la certidumbre en cuanto al suministro energético de Europa, pues el Mediterráneo es una vía por donde se trasladan, entre otros recursos, petróleo, gas y materias primas. Antes del bloqueo, Libia exportaba 1.2 millones de barriles diarios. Después del bloqueo esa cifra se redujo a solo 95,000. La National Oil Company de Libia (NOC) calculó las pérdidas causadas por el bloqueo en 3,800 millones de euros.

El Director del Programa de Energía y Cambio Climático del Centro de análisis Real Instituto Elcano, Gonzalo Escribano (2014, 2017), indica:

Libia tiene las mayores reservas de petróleo de África. Además, está más cerca de Europa que cualquier otro país petrolero africano, con lo cual se reducen los costos. Y encima es un petróleo dulce y ligero, de una calidad excelente. El sueño de cualquier empresa de refinería es tener un petróleo como el de Libia o el de Argelia. Y son las empresas europeas las que están ahí.

Al menos tres países tienen grandes intereses en el tablero geoestratégico libio. La compañía española Repsol ha estado presente desde los años setenta, y ha participado en la explotación del mayor campo petrolero de Libia, en Al Sharara. Sólo en 2019, produjo 11 millones de barriles de petróleo. La empresa francesa Total produjo el doble. Pero muy por encima de ellas se encuentra la empresa italiana Eni, que se estableció en Libia en 1959.

Su negocio en este país supone alrededor del 9% del volumen de la compañía, según cifras de la propia empresa. Eni produjo 1.88 millones de barriles de petróleo diarios, de los cuales 170,000 procedían de Libia. La mayoría de sus explotaciones no estaban en las zonas de conflicto y sólo uno de sus yacimientos se cerró en varias ocasiones. (Peregil, 2020b)

Según la Compañía Nacional de Petróleo de Libia (CNP) o National Oil Company de Libia (NOC), las pérdidas para las arcas públicas alcanzaron alrededor de casi 7,000 millones de euros entre 2019-2020.

A lo anterior habría que añadir el fenómeno migratorio, cuestión donde Libia ha desempeñado un papel importante como expulsor de personas de origen libio o africano hacia el continente europeo. De acuerdo con el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados ACNUR (2020) entre 2014 y 2018, llegaron a Europa, sobre todo a Italia, más de 620,000 personas procedentes de Libia buscando refugio y se calcula que más de 14,000 murieron ahogadas en el Mediterráneo.

En 2020, Libia computaba ya más de 400,000 desplazados internos como consecuencia de la violencia armada. La UE ha respondido a la creciente inestabilidad con programas de ayuda económica con más de 360 millones de euros hasta ahora y de apoyo para la gestión de los flujos migratorios. (Peregil, 2020b)

No obstante la situación sigue igual. Este es pues el panorama de la región y de Libia en particular. Y en este entorno se enmarcó el ascenso y la caída de Gadafi, y a Libia como Estado fallido.

El análisis del Estado y su funcionamiento ha sido estudiado desde diferentes perspectivas. Sin embargo recientemente cuatro académicos lo abordaron con una perspectiva muy peculiar, tal es el caso de los libros de Steven Levitsky y Danel Ziblatt (2018) Cómo mueren las democracias y James Robinson y Daron Acemoglu (2014) Por qué fracasan los países. Los cuatro analizaron el por qué fallan las naciones. Entre otras cuestiones señalan que el fracaso se debe a que las instituciones fallan porque no dan respuesta a las necesidades de la sociedad civil multisectorial. Estoy convencido de ello porque comparé las instituciones y los resultados de los Estados donde yo he vivido: en Asia (viví ocho años), América del Norte (viví siete años en Estados Unidos), África (viví seis años durante los cuales fui Embajador de México en Argelia, Libia, Mauritania, Túnez y la RAS de 2006 al 2012) y en México, porque fui Director General de Delegaciones de la SRE y consecuentemente recorrí y conocí todos los estados de la República Mexicana. Entonces, llego a las mismas conclusiones de esos autores y por las cuales hoy no podemos avanzar. Las instituciones fallan porque no están vinculadas o no dan respuesta a la problemática que la sociedad civil multisectorial demanda (Roldán, 2012).

Este es un gran marco general de referencia para entender el contexto internacional. Y nos sirve para comprender el caso de Libia. Esta nación es muy especial porque fue un país colonizado temporalmente por los italianos, a partir de 1911 hasta 1945. Italia perdió sus ambiciones expansionistas (con el Eje Berlín-Roma-Tokio) y al finalizar la Segunda Guerra Mundial abandonó Libia. En esa coyuntura se restableció en el trono a Sidi Muhammad Idris al-Mahdi al-Sanusi, mejor conocido como el Rey Idris, en el poder. Sin embargo, éste duró en el poder sólo de 1951 a 1969.

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"Libia: un Estado fallido", por Eduardo Roldán (Parte 1)
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"Libia: un Estado fallido", por Eduardo Roldán (Parte 1)
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Desde que Muamar Gadafi fue derrocado, capturado y luego asesinado en 2011, la nación se fragmentó entre dos gobiernos rivales basados en el Este y el Oeste
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