Por: Eduardo Roldán, Internacionalista y analista político.- Hoy en día, se presenta la necesidad ineludible de capacitar e innovar a los aún estudiantes universitarios, a los empleados y a los empleadores hasta los más altos niveles ejecutivos y ayudarles durante el proceso de sus carreras profesionales.
Se tiene que dar una reestructuración de todas las políticas públicas y privadas para mejorar el capital humano y así poder adaptarse a las nuevas realidades. Ésto significaría que se estaría transitando de una “sociedad de átomos” a una “sociedad de bits”; una transformación de la “materia prima” a la transformación de la “materia gris.
Vivimos en una sociedad de inteligencia artificial y de realidades virtuales donde la tecnología de la información y de la comunicación (TIC), así como la interconexión de las cosas son hechos consumados.
El desarrollo del personal humano ya se está dando y se seguirá dando en términos algorítmicos. los puestos se convertirán en algoritmos con una base fundamental heurística. La calidad de empleos se acelerará de baja y media a alta. todo será en función del desempeño, de la calidad, de la innovación y de la urgencia.
El vínculo indisoluble será de gente-gobierno-empresa-gente. los puestos que hoy se están y seguirán dando son los de consejeros de robots, gestores de basuras, controladores de drones, asesores en inteligencia artificial, terapeutas en desintoxicación digital, técnicos exponenciales, entre otros. Lo anterior resultará en la desaparición de cinco millones de puestos de trabajo tradicionales, pero aparecerán casi tres millones con el nuevo perfil.
Hay que aprender a desaprender, para volver a aprender. En la tercera década del siglo XXI, debemos tener un objetivo claro: perfilar las opciones de la evolución global, de los desafíos de la educación multidimensional, hacia el horizonte 2030-2050. Resulta indispensable ayudar a transitar del modelo de colaboración universidad-industria a un modelo universidad-industria intersectorial-universidad, en un contexto de transversalidad.
Se ha enseñado a la gente de la misma forma durante los últimos 100 años y, como se ha crecido en ese sistema, se cree que es normal. Llegó el momento de cambiar y dar un giro copernicano a esa realidad. Para transformar la realidad, se requiere de un cambio profundo en la mentalidad del docente y del educando. De acuerdo con el pensamiento budista, “no es el cambio lo que produce dolor, sino la resistencia a él”. Se requiere cambiar los mapas curriculares y las áreas de conocimiento, para reformar y fortalecer el sector educativo privado y público.
Es fundamental la instrumentación de un nuevo sistema de educación superior autosustentable con valores agregados en las licenciaturas, maestrías y doctorados, adaptados al siglo xxi y a la era global. Aproximadamente 50% de los universitarios egresan sólo de nueve carreras: administración y gestión de empresas; contabilidad y fiscalización; derecho y se enfrentan al desempleo por no tener las capacidades y habilidades que la nueva era global demanda.
Tenemos que prepararnos para crear los empleos del futuro y dejar de fomentar las carreras tradicionales que sólo llevarán a los estudiantes, y futuros egresados de las universidades al desempleo.
En el mundo que se avecina, las oficinas se volverán super eficientes. para ello, debemos preparar a los jóvenes universitarios, empleados y empleadores. El trabajo se hará a distancia de manera digital. La mano de obra será súper especializada. Todos los especialistas en ciencias sociales, como abogados, administradores, economistas, politólogos, internacionalistas, entre otros, deberán manejarse con profundos conocimientos digitales y en informática.
A manera de ejemplo vale la pena destacar que en el derecho, las disputas legales serán más por cuestiones relativas a delitos relacionados con la tecnología, la información digital y su difusión, el ciberbullying, el robo de identidad, o la protección de datos. En el derecho y la administración se pondrá énfasis en la prevención de los conflictos y en los estudios de prospectiva. Los conflictos que surgirán con mayor incidencia se relacionarán con las disputas sobre el agua, disputas comerciales y de mercados, guerras cibernéticas, los daños medioambientales.
En torno al comercio y las finanzas, prevalecerá el comercio online, así como el estudio, análisis y seguimiento de los mercados financieros en línea. Empezarán a surgir más monedas virtuales de manejos en línea y será posible su regulación. sin duda, el fraude de acciones virtuales crecerá. La comunicación será más fluida; las estructuras serán menos jerárquicas y tendrán menores filtros de control. Se hará una reglamentación para el uso de las encriptaciones y la seguridad de los datos biométricos. En suma, algunos de los hechos, eventos y acciones mencionados con anterioridad son una realidad, pero en el futuro se acelerará la innovación tecnológica de manera exponencial.
En esta tercera década del siglo XXI, debemos tener un objetivo claro: perfilar las opciones de evolución global de la educación superior hacia el horizonte 2030-2050. ¿Estamos preparando a los estudiantes universitarios, a los empleados y empleadores para el presente-futuro?; definitivamente, la respuesta es no. Ante este panorama, todos, en conjunto, tenemos que reinventarnos como sociedad y afrontar con asertividad e inteligencia lo que viene.
Para que la futura economía mexicana sea sustentable y exitosa en 2050, sus empresas e instituciones deben ser responsables y respetuosas de su entorno. Una forma de garantizarlo es a través de un proceso de certificación que logre que las compañías e instituciones públicas mejoren su desempeño en cuatro ejes: a) su responsabilidad frente a sus trabajadores; b) su responsabilidad con las comunidades donde están insertas; c) su gobernanza, y d) la protección al medioambiente. Los retos que tienen las organizaciones e instituciones públicas y privadas en la implementación de estos nuevos modelos son enormes.