Cuando el concepto “sustentabilidad” se puso de moda y comenzó a sonar en todos los medios de comunicación de una manera casi excesiva, un sinfín de iniciativas que pretendían conjuntar la salud con la ecología, encontraron un nuevo cauce dentro del rubro de la comunicación y la mercadotecnia.
Fue así como nuestro entorno cotidiano comenzó a saturarse con mensajes que por veces positivos y otras tantas reflexivos, pretendían de mil maneras, impulsarnos hacia una vida más activa, más saludable, más amigable con el medio ambiente e incluso, hasta más espiritual, invitándonos a visitar equis o ye sitios especializados, a adquirir este o aquél productos y/o servicios que, -mentiras y verdades por aparte- garantizaran ser un paso más hacia esa nueva vida que nos estaba siendo prometida.
Y así es como llegamos al grandioso momento en que, para beneficio de una afortunada y creciente mayoría, los deportes que pueden valerse de la infraestructura pública retomaron el terreno que anteriormente, el desarrollo tecnológico, ese fenómeno político / comercial mal llamado “globalización”, los vicios de consumo, el sedentarismo y los malos hábitos en general, les había robado.
Fue así como la práctica de distintos deportes recobró su protagonismo dentro de la vida diaria de trabajadores, estudiantes, amas de casa, ejecutivos de todos los estratos y niveles y desocupados en general, poco a poco, las avenidas, los camellones, los parques e incluso las banquetas de nuestras localidades, comenzaron a vestirse de aparatos de ejercicio tanto modernos como rudimentarios y de complejas estructuras tubulares propias para el acondicionamiento físico popular.
Pero bien, y sin afán de restarle importancia al sinnúmero de actividades físicas que suponen un alto dinamismo y excitación respiratoria y que se encuentran al alcance de cualquier persona, el ciclismo ha contado siempre, -ya sea por ese dejo de nostalgia que provoca, por su accesibilidad, por su multifuncionalidad, por el entretenimiento que propina o por la maravillosa sensación de libertad que brinda- con un mayor reconocimiento e interés por parte de muchas y muchos individuos que han decidido sumarse a las nutridas filas del nivel de vida saludable.
Los ciclistas pueden encontrarse por todas partes y en todas las presentaciones imaginables, veloces y lentos, profesionales, semi profesionales y amateurs, presumidos y sumisos, estrambóticos, alternativos, undergroud, friquis, fashonistas, imprudentes, ultra precavidos y anexas, todos al manubrio de bicicletas multicolores, parcas, modernas, antiguas, de diseños innovadores, vintage, deportivas, eléctricas, semi eléctricas, dadas al trasto, nuevas de arriba abajo y hasta personalizadas de mil y un maneras.
Sin importar el tipo de ciclista que quieras ser o seas, ni el tipo de velocípedo que hayas decidido tripular o ya tripules, puedes estar seguro de que la experiencia –ya sea que solo vayas a por las tortillas, te integres veloz al asfalto de autopistas y carreteras o te pierdas en la punta del cerro más lejano del horizonte- será gratificante, divertida e innovadora, siempre implicará un nuevo reto tanto físico como mental y muy probablemente, a partir de tu primera rodada, nunca dejes de encontrar pretextos varios para montarte en ella y escaparte en busca de una probadita de esa libertad de la que cada día más personas, estamos hablando.
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