Por: Edmundo González Llaca.- En una adaptación tropical de la costumbre de los faraones de enterrar junto con ellos a personas, López Obrador decidió que los órganos constitucionales autónomos se fueran con él a su rancho con nombre tan sugerente, como ha prometido que será su destino político; lo que por cierto no ha cumplido. El poder tras la cola de caballo, imagen que nos remonta a 1928 con Calles.
Al ex Presidente se le puede acusar de muchas cosas, pero no hay duda que en ocasiones decía verdades que cumplió con gran puntualidad, una de ellas fue: “Al diablo con las instituciones”. Llama la atención que de despedida le haya dejado a la Presidenta, la consigna de tirar a la basura órganos que representaron grandes avances en nuestra democracia y por los incluso el mismo López Obrador luchó para conquistar. ¿Cuál es la gravedad que tiene esta obsesión presidencial?
Los órganos constitucionales autónomos representan una nueva y moderna reestructuración del Estado y sus poderes. Realizan tareas que son más necesarias que nunca para cumplir con eficacia e independencia el respeto a los derechos humanos. Nacen y se han establecido como un nuevo equilibrio en el ejercicio del poder. Se integran con ciudadanos con un alto nivel de especialidad y ajenos a los intereses del gobierno y de los partidos. Este nuevo contra peso de la República era insoportable para Morena y su prócer.
El lugar común que utilizaba del ex Presidente para justificar la desaparición de las instituciones era que resultaban muy caras. La Científica Presidenta, cuya narrativa es copia sin gracia de su descubridor y promotor, también utilizó el mismo argumento para tirar a la basura a los órganos constitucionales autónomos: “Es necesario desaparecerlos ya que son muy onerosos”. Es una razón muy chabacana, pues da la casualidad que se ahorraría el 0.044% según el presupuesto aprobado.
La desaparición del INAI ha sido atribuida también como una venganza del ex presidente y me adhiero a la hipótesis por lo siguiente: El INAI informó sobre los 17 mil millones de pesos robados de SEGALMEX, sus cuatrocientos aviadores; las transas con el balastro del tren Maya; los oscuros contratos de Dos Bocas, cuyo presupuesto se ha duplicado al originalmente comprometido. Lo que de seguro más le caló en el otoño del patriarca: el INAI descubrió la corrupción de su prima Felipa, el tráfico de influencias de su hijos con su cómplice Amílcar. Imposible no recordar, la casa gris en Houston de otro de sus hijos. No es Alí Babá y los cuarenta ladrones, a Morena le bastan cuatro…la Cuatro T.
Después de las críticas es posible que no sea creíble, pero les prometo que sí es verdad: me duele profundamente que Morena haya pasado de su lucha democrática épica a un gobierno con aspiraciones dictatoriales, hipócrita y absurdo. Lo lamento por un ex alumno de la universidad y su pandilla acrítica. Lo lamento por el descrédito a la posibilidad de un gobierno de izquierda. No son los mismos, son peores, son más cínicos. Me inscribo en el padrón de los insumisos.
