Por Daniela Canchola Lic. Psicología Clínica.- En 1995, en la celebración de la Conferencia Mundial de las Mujeres en Beijing de manera oficial se comenzó a tomar en cuenta el término “empoderamiento femenino” entendido como el proceso que permite el incremento de la participación de las mujeres en todos los aspectos de su vida tanto de forma personal y social.
Dado lo anterior ¿cómo es que en la actualidad se ha desvirtuado en mucho el término dándole base fundamental al poder, a la lucha eterna e incansable de alzar la voz y sobreponer la feminidad con el mundo masculino?
Es cierto que nuestra voz tiene validez y sentido más no prioridad ni sobre estimación ya sabiendo de antemano que nuestra condición biológica nos pone en un centro emocional permisivo y en ocasiones vulnerable la forma de validación no es a través de demostrar superioridad ni igualdad sino equidad.
Actualmente no podemos ni debemos pensar por separado el mundo masculino del femenino ya que ambos complementan los proyectos de vida al unir la razón y la emoción entre otras condiciones, desde diversas perspectivas, ambas condiciones biológicas pueden edificar proyectos, trazar caminos y generar cambios significativos en el diario vivir.
Con base en lo anterior, debemos empoderar al ser por el simple hecho de ser a partir de sus capacidades, de sus aportaciones, de sus carencias y esencias, sin importar edad, sexo u origen, sin enjuiciar y empobrecer la condición, sin empobrecer el simple y complejo ser humano.
Movimientos van y vienen a veces sin justificación, con peleas sin guerra y con argumentos sin voz carentes de sentido pero con gran agresión. ¿Hasta dónde el fanatismo de sentirnos empoderadas nos deja sin escrúpulos y sin herramientas de descubrir lo que somos?
La coherencia, la razón, el respeto propio y la constancia perpetúan las acciones correctas que nos llevan a ser escuchadas, a ser valoradas y respetadas, alzar la voz no solo desde el exterior sino desde mi propia voz reconociendo lo que soy, dueña de mi vida con toda la oportunidad de intervenir plenamente y en igualdad en todos los ámbitos de mi sociedad, incluyendo la toma de decisiones y el acceso al poder.
Y tú ¿qué necesitas empoderar?
