Recién en Querétaro se ha celebrado el llamado Día Internacional de la Libertad de Prensa, aunque a nivel mundial se celebra el 3 de mayo, declarado oficialmente por la UNESCO, en México, con un origen político y disfrazado, en realidad ha servido para enaltecer a los distintos gobiernos y funcionarios en turno, se conmemora el 7 de junio.
¿Pero qué piensan los editores de tres de los sitios más visados de Querétaro sobre el tema?, eh aquí con sus propias palabras:
1.-Salvador Castillo
“No hay periodismo sin un ideal”, Manuel Buendía
De los maestros y periodistas que me acompañaron en mis días de reportero, hay una frase que me acompaña siempre –‘lo único que posee un periodista, es su credibilidad, sin ella no tiene ni vale nada’–.
El ‘ser y el deber ser’ del periodismo en México se escribe sobre una delgada línea entre la tinta del periódico y la tinta del billete. El periodismo se ha tenido que desarrollar entre los fantasmas de los intereses políticos y económicos de los aliados del momento, muchas veces definidos por el color del partido en el poder y otras tantas por el color del billete, la moneda o el centavo, los hay de muchos precios; también por los intereses del medio de comunicación que como empresa busca subsistir, crecer, o al menos ser rentable, porque también comen.
El periodismo como negocio, no es periodismo. El periodismo real, el ‘deadeveras’ no es negocio. Pero eso también lo saben bien los lectores que, en la práctica, han logrado identificar las publicaciones que llevan el signo de pesos en la lisonjera redacción.
Entre las columnas de opinión que hay en circulación, también las hay las que traen factura.
En la Facultad, entre manuales y cursos, se romantiza el ideal de que el periodista debe ostentar una reconocida rectitud, no basta dominar el lenguaje ni limitarse a relatar, de forma veraz, la información de interés público. “El periodista debe ser incómodo para el poder”, dijo Jorge Ramos en su última visita a la conferencia mañanera del presidente. La congruencia es también una virtud.
Con este preámbulo presento esta colaboración semanal que habrá de intentar ser un contrapeso de los ‘consagrados’ que, más por antigüedad que por méritos, calificaron en la categoría de ‘voz autorizada’ para posicionar su opinión. Aunque algunos aúllen; el ideal de este espacio, será la verdad, dura o cruda, pero real.
HIPOCRESÍA
El momento polarizado del país ha precipitado la ambición de quienes pretenden perpetuarse en el poder. Pocos con la vocación de servicio, muchos por buscar la carrera política en ascenso para mantenerse en la privilegiada posición que paga el erario. Y es que ser funcionario paga bien.
Es cierto, las ‘corcholatas’ se desbocaron, cada uno a su ritmo y con su propio objetivo. Los espectaculares de los paladines de la 4T compitieron por espacios para promocionar su imagen. Es cierto, algunos perfiles panistas también salieron a relucir. Justificados en que el de enfrente también viola la ley, o bajo el pobre y cínico argumento de que “no son publicaciones propias, sino del medio”, a sabiendas de que la realidad es muy distinta.
La sociedad crítica está padeciendo un hartazgo cruel hacia la clase política, que tiene todo menos ‘clase’. A eso súmele los millones de “desinteresados” que no votarán en las elecciones del próximo año. El país se encuentra a merced de los políticos, son los buitres pintados de azul, rojo, verde, amarillo, naranja o guinda, los que serán beneficiados por la apatía que ellos mismos han sembrado y que hoy ya cosechan con una marcada polarización y una potencial abstinencia electoral.
Son hipócritas. Presumen ser cercanos a la gente. Comen fritangas en los tianguis. Recorren colonias por la madrugada o por la noche para “venderse” como un producto menos perjudicial para las próximas elecciones. Lo peor, es que eso lo sabemos todos. Pero los medios son cómplices, son parte del sistema, son necesarios para legitimar la conducta cívica, social y humana que pretenden vendernos esos que buscan aparecer con su retrato en la boleta.
Con el dominio de las redes sociales nació un nuevo tipo de aplaudidor, seres capaces de rasgarse las vestiduras para favorecer al mejor postor. En lo local, se les conoce como ‘gatuiteros’ a aquellos que cumplen esta función, actúan bajo, golpean duro al rival y ensalzan a su pagador. Veremos y leeremos a muchos de este tipo proliferando en las redes sociales, donde las campañas electorales tendrán un peso importantísimo, esencial para hacer llegar su mensaje. Lamentablemente de este mismo nivel se leen algunas columnas que presumían de prestigio, porque el riñón o el cheque limitó el tamaño del renglón de sus palabras. Y serán estos, la carne de cañón de la guerra sucia que se avecina para el 2024.
A punto de iniciar un proceso electoral es necesario recuperar la comunión entre el periodismo y el ciudadano, informarlo y abastecerlo de los datos duros, reales, tangibles, para que se construya una mejor ciudadanía, crítica y objetiva, sin filias ni fobias.
La mejor opinión, la suya.
2.-Más conmemorativa que ejecutiva, la libertad de expresión en el estado de Querétaro, la vive quien la exige, quien la defiende, quien la persigue y eso a regañadientes de aquellos que, -circunstancialmente-, se sienten incómodos cuando alguien más la ejerce, porque no siempre. Escribo exclusivamente sobre el ejercicio periodístico, porque la libertad de expresión es para todos.
El hecho es que la autoridad y los entes públicos, en todos los niveles, la pueden conmemorar, festejar, aludir, premiar, prometer, reconocer y hasta aplaudir, pero en realidad la libertad de expresión es un derecho humano que no se goza a cabalidad. Empezando por el control de la agenda noticiosa, lo cual inició a establecerse, en el estado de Querétaro, a principios de este siglo, de alguna manera ya había control antes, no tan marcado como ahora que, como escribo, se fue establecido con el tiempo, al grado que, ahora en la mayoría de los medios de comunicación, no sale una orden de información o agenda para los reporteros, sin antes revisar la agenda del día, tanto de instituciones públicas como privadas, para acomodar las coberturas y ya de ahí lo que el día dé, para acercar las notas al medio.
Antes de esto, para esos tiempos (a finales del siglo pasado) aquí en Querétaro, todavía los reporteros podíamos abordar a cualquier servidor público de cualquier nivel en el momento que lo encontraba y casi siempre sobre cualquier tema de interés público, ahora no, ahora -apropósito o no- hay control desde las agendas de los servidores públicos y privados. Y es que en ese tiempo la jefatura de información, también el reportero podía construir su propia agenda con temas de impacto social, uno salía a las calles a buscar la nota y se cumplía con el derecho a informar desde la problemática social, desde el verdadero interés público, ahora las audiencias están supeditadas a recibir la información que se generó sea de su interés/utilidad o no.
Ahora se invierte tiempo, espacio y por supuesto recurso público, (que por cierto no es poco) para la realización de eventos qué anuncian o difunden programas y acciones públicas, hasta ahí está más o menos bien, lo malo vine cuando se promociona al sector privado local o foráneo, con la excusa del impulso al mismo, en inauguraciones, aperturas, primera piedra, construcción, festivales, etc. a los que acuden servidores públicos con prensa invitada.
Y qué decir del control en temas delicados o incómodos, en donde la autoridad correspondiente opta por guardar silencio, generando especulaciones o rumores falsos que luego son difíciles de revertir.
Y todavía más, cuando el reportero requiere la postura o la información oficial sobre cualquier tema, ya incluso en temas positivos, hasta en eso se tiene que hacer fila para lograr un espacio en la agenda del servidor público -de director para arriba, porque a los que realmente ejecutan o conocen, ya no los dejan salir a los medios- siendo que la oportunidad y transparencia son primordiales en el quehacer de informar, cosa a la que ambas partes estamos obligadas. Así que, entonces seguimos hablando de sesgos, control y de un ejercicio parcial de la libertad de expresión en nuestro Querétaro, que pretende ir al siguiente nivel en un suelo totalmente disparejo.
3.-Entendiendo la Libertad de Prensa como la libertad de comunicar y expresarse que tienen los periodistas y comunicadores sin interferencia del Estado, podríamos entender que no existe actualmente, existe, quizá y sólo quizá, en algunos municipios o estados, más no a nivel federal, donde la realidad está muy alejada de aquel Artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU y mucho más de los artículos 6° y 7° de nuestra Constitución.
Día con día, especialmente los días miércoles y desde el púlpito mañanero, se puede escuchar la censura y descalificación del titular y sus allegados contra los periodistas y medios que le hacen la vida incómoda por publicar verdades sobre la situación del país y las decisiones que toma su administración; principalmente bajo el argumento que tienen derecho también a la libertad de expresión como ciudadanos.
Si el ataque y descalificación sucedieran durante una comida en un restaurante, la charla de elevador, en el trayecto en el transporte público e incluso gritándolo a viva voz en el Zócalo capitalino, no tendría que haber ninguna queja por parte de los aludidos; sin embargo, si las descalificaciones, la censura y el escarnio se hacen desde el Palacio Nacional, en un talk show matutino producido y transmitido con recursos públicos a través de canales oficiales del Estado por parte del titular del Ejecutivo o titulares de secretarías y dependencias, sólo se puede entender como que esa libertad de prensa, en México y a nivel federal, no existe.
La libertad de prensa también ha evolucionado con los años, va mucho más allá de aquella falta de papel periódico cuando a le molestaba alguna nota al presidente en los 80’s y 90’s, así como la suspensión de frecuencias radiofónicas o televisivas que se usaban como medio de restricción o el “no pago para que me peguen”.
Hoy, en los tiempos donde una expresión equívoca (con intensión o no, y sin importar el contexto) en el lugar y momento equivocados pueden desatar el vituperio; la censura a la libertad de expresión se ejerce sin necesidad de los controles abusivos para evitar la publicación como amenazas, así como a los ataques y atentados contra los periodistas y columnistas que se atrevieron a publicar; pues la violencia, de forma verbal, hoy se ejerce desde esa descalificación y escarnio que se vive cada día contra aquellos que no le son cómodos