Por: EDUARDO ROLDÁN. Internacionalista, diplomático, analista político y escritor.- Tiene razón Colin S. Gray (2007) al sostener que la estrategia es un “puente entre la acción y el propósito político”. En este sentido, Norcorea tiene clara su estrategia frente a EE.UU: busca preservar su seguridad como nación desde el poder que le da su capacidad nuclear para disuadir a sus enemigos y de ahí negociar en un quid pro quo con el fin de ser reconocida como potencia nuclear por EE.UU. Su propósito es que se le levanten las sanciones e ir por fases en la desnuclearización y nunca negociar desde la debilidad. Esto en virtud de que la Península Coreana ha sido un espacio geoestratégico y geopolítico utilizado históricamente por Estados Unidos, Rusia, Japón y China, con el fin de tener incidencia y poder en el noreste asiático. Al respecto, concuerdo con Gouyez (2017: 93) quien resalta que: “el área del Noreste de Asia constituye una de las grandes zonas estratégicas. En este contexto destaca el conflicto de la Península de Corea, con un país, Corea del Norte, anclado en la supervivencia de un régimen hereditario que basa su estabilidad en el poder militar con capacidad nuclear y en una dinámica de constante amenaza y confrontación. La política nuclear de Piongyang tiene un enorme impacto no solo en la región, sino también en la agenda internacional. El hecho de que Corea del Norte sea la cuarta potencia militar convencional en el mundo, y que haya desarrollado armas nucleares, constituye una seria amenaza para la seguridad en la región”.
Habiendo señalado lo anterior, entendemos como seguridad nacional la acción del Estado Norcoreano dirigida a proteger y garantizar la defensa de su territorio y sus intereses. Por lo tanto el interés nacional de Corea del Norte ha condicionado su conducta internacional. Y con ese propósito Norcorea tiene un enorme gasto nacional en fuerza militar que corresponde al 15.8% de su PIB. Y según la CIA, su PIB es de $ 40 mil millones de dólares. En ese caso, entonces, su gasto corresponde a $6.3 mil millones, aunque otras fuentes señalen un monto de $10 mil millones de dólares (Diario 24horas, 2018).
El identificar los peligros a la seguridad puede resultar una tarea fácil para algunos académicos tradicionalistas; ya que éstos se centran en las cuestiones de carácter militar y en el uso de la fuerza. Sin embargo, resulta mucho más complicado cuando la seguridad incluye, además del aspecto militar, otras amenazas al Estado o a la población. Corea del Norte ubica también las amenazas a su seguridad económica, social al lado de la seguridad militar y política (Roldán, 2015: 35). Es decir percibe a su seguridad de una manera multidimensional y compleja (Buzan, 1998: 12). Esto en virtud de que se toma en cuenta el patrón de amistad y enemistad y la distribución del poder (Roldán, 2015: 37).
Por ello, entendemos que para Corea del Norte el garantizar su seguridad implica un “movimiento que lleve a establecer una política determinada más allá de las reglas del juego establecidas y enmarcar el asunto de que se trate como una forma especial de política” (Buzan, 1998:23). Esto es, las amenazas a la integridad y supervivencia de Norcorea incluyen algo más que las amenazas físicas y militares por parte de EE.UU” (Roldán, 2015:37).Es decir, Corea del Norte percibe su estrategia nuclear como : una condición indispensable para la continuidad de su régimen político. (Gouyez,2017: 97). Es bien conocida la teoría de “securitización” (Buzan, 1998) misma que fue desarrollada por la Escuela de Copenhague. En este caso en particular –como afirma Gouyez (2017)- Corea del Norte concibe a cualquier amenaza vital para su régimen, su ideología y su soberanía, con el fin de legitimar la imposición de medidas de emergencia extraordinarias.
“En este sentido, los sacrificios impuestos a su población han llegado a mantenerla en un nivel extremo de pobreza. De hecho, Corea del Norte sufrió una severa hambruna durante los años noventa del siglo XX, donde murieron millones de personas. Mientras el régimen norcoreano se encontraba inmerso en lanzar su programa nuclear militar“. (Gouyez, 2017: 95) y Amnistía Internacional (2000). Por ello, la presencia militar estadounidense en Corea del Sur ha sido un factor crítico y disonante al igual que los constantes ejercicios conjuntos militares, terrestres, acuáticos y aéreos. “Desde entonces, los cálculos estratégicos de los dirigentes norcoreanos se explican en gran parte a partir de cómo perciben la amenaza estadounidense. En esta perspectiva, el factor Washington constituye para el régimen de los Kim la fuente principal de peligro y el elemento clave en el pensamiento estratégico de Corea del Norte” (Olsen, 2005: 63-66 citado por Gouyez,2017: 95). Para Corea del Norte “el enemigo íntimo del régimen de los Kim es Corea del Sur, de hecho, considera que el Gobierno de Seúl está sometido completamente a la voluntad hostil de la Administración norteamericana”. (Gouyez,2017:96)
La política de seguridad estratégica de Corea del Norte llegó a consolidarse el 29 de noviembre de 2017, cuando Norcorea lanzó su prueba del primer cohete intercontinental capaz de alcanzar la costa occidental de EE.UU. La implementación de dicha política de seguridad fue larga. Ha disparado más de 85 cohetes y ha realizado 6 pruebas nucleares. Congressional Research Service, 2018). Sin duda, su desafío fue adaptarse y garantizar su supervivencia en un sistema internacional creado y dominado por las grandes potencias. Se podria decir que: esa búsqueda por su supervivencia sigue siendo el sello distintivo de la política de seguridad estratégica de Norcorea en la actualidad. Pyongyang ha tratado de promover sus intereses propagando una ideología particular y promoviendo su propia visión del orden mundial, para contrarrestar la influencia de Estados Unidos y otras grandes potencias en el Noreste Asiático.
Es bien conocido que China, Corea del Norte, Corea del Sur, Japón, Rusia y Estados Unidos iniciaron el proceso conocido como las pláticas a seis bandas en el 2003, mismo que sólo calmó la tensión hasta 2008 ya que en 2009 Norcorea hizo su segundo ensayo nuclear. Dicho período tuvo un éxito parcial que permitió el intercambio de acciones políticas de mutuo beneficio entre las partes y duró hasta el 2008. Lo cierto es que la política de seguridad estratégica de Corea del Norte se consolidó y se tornó más compleja. y respondió a múltiples factores, internos y externos. En este entorno como afirma (Kimura,2005 citado por Carreño,2010) “Corea del Norte se ha ajustado a las reglas del sistema de seguridad de manera pragmática, considerando los costos y beneficios de dichas acciones”. La estrategia de seguridad Norcoreana se ha desarrollado de una manera proactiva con el objetivo de mantener a salvo su territorio nacional, su sistema político y mantener su “sui generis” desarrollo económico. Además, el hecho de ya no forma parte del Tratado para la proscripción de armas químicas (TPAQ) y del TNP le ha dado capacidades para su defensa frente a EE.UU.
Es claro que Corea del Norte mantiene importantes capacidades nucleares, militares y cibernéticas para infligir daños significativos a Corea del Sur. A pesar de ello, es poco probable que lleve a cabo un ataque a gran escala dado que arriesgaría su supervivencia. Norcorea es consciente de que si llegara a recurrir a un ataque nuclear, la destrucción del régimen sería muy plausible. Lo cierto es que dichas políticas han fomentado en la región una carrera armamentista. Además, habría que agregar que Corea de Norte se ha convertido en una auténtica potencia en cibernética y en ciberataques, por lo que seguirá tratando de mantener y mejorar dichas capacidades con la finalidad de: estar enterada de lo que ocurre en su entorno, obtener información industrial para sus programas de armamentos, detectar posibles amenazas, controlar los movimientos y actividades de su población y obtener beneficios ecónómicos y financieros de los chantajes cibernéticos que realiza a nivel mundial. Su estrategia continúa estando enfocada en el control exhaustivo de su seguridad interna, el mantenimiento de una diplomacia coercitiva para obligar a la aceptación internacional de sus intereses diplomáticos, económicos y de seguridad y al desarrollo de capacidades militares estratégicas para disuadir ataques externos (Carreño, 2010; Gouyez,2017; Patiño,2018). Esa pues es la situación prevaleciente en Core del Norte.
BIBLIOGRAFÍA.
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